Se acabó la Liga. Otra vez para el Barça. Batiendo records de puntos aunque jugando peor que en la inolvidable temporada pasada. Pero da igual. Superando al Madrid más efectivo de la historia, construido a golpe de talonario, impulsado por la prensa nacional y de la capital, amparado por el apoyo arbitral pese a la desquiciante teoría del villarato, ansiosa por reverdecer laureles, todavía malherida por el chorreo del 2-6.
Y podría parecer que la diferencia entre Barça y Madrid ha sido mínima. Apenas 3 puntos. Nos hemos hartado de escuchar que el perdedor cerraría la temporada en blanco. Falso. Puras falacias del madridismo oficialista, empeñado en tapar su fracaso, el del ser superior Florentino, el de sus presuntas estrellas (salvo CR9, ¿donde han estado Kaka o Benzema?).
La diferencia se mide en los títulos de la primera mitad de temporada (Supercopas española y europea, Intercontinental), en el papel en la Copa del Rey (humillados por un 2B o eliminados en Sevilla por goles en campo contrario, tras un alud de ocasiones, Palop salvador y arbitraje escandaloso en la ida) o en la Champions (enésima debacle en octavos frente a derrota agónica en semifinales). O, sin ir más lejos, en el doble enfrentamiento liguero, ese que mide directamente, cara a cara, el nivel de los equipos. En todas las comparaciones sale triunfador el equipo blaugrana.
Esto es lo que cuenta. Que la diferencia final en la Liga haya sido solo de 3 puntos (99-96) significa que el Madrid ha ido capaz de seguir la estela culé, amparado en la formidable pegada de Cristiano y Higuaín y al recurso imperecedero de la épica. Pero ni eso ha sido suficiente ante la solidez culé, capaz de resistir la presión mediática continua. El Barça es el mejor equipo del mundo -como se encargan de recordar rivales locales y foraneos- y como tal se ha impuesto. Sin la épica merengue, regalando alguns puntos (empate en Pamplona con gol en propia puerta en el último partido) o sufriendo ante rivales que plantean su temporada con el único objetivo de hacer campeón al Madrid (aquellos que cuando se enfrentan a su alter ego pierden por incomparecencia y que ante el Barça buscan, por lo civil o lo criminal, impedir la victoria culé, para acabar sistemáticamente quejándose del árbitro aunque deje al rival habitualmente en inferioridad). Da igual.
Pero donde el Barça derrota al Madrid de manera apabullante e indiscutible es en el terreno de los intangibles, eso que se ve pero no se toca, que se percibe y enamora o, por el contrario, irrita y se convierte en odioso.
El modelo futbolístico buscando el ataque a través de la combinación, la apuesta por la cantera, el respeto por el rival, la humildad de sus estrellas, el compromiso solidario del equipo de Guardiola -capaz de superar la gloriosa temporada 2008-09- son elementos diferenciales frente al Madrid, empeñado en la arrogancia de su presidente, la chulería de su principal estrella -excepcional jugador por otra parte-, la intolerancia de su entorno periodístico o, simplemente, la urgencia por salir de su inferioridad que le lleva a devorar entrenadores en tiempo record. Y todo esto lo percibe el mundo del futbol, especialmente todos aquellos, aficionados y periodístas, que no simpatizan por unos u otros y que pueden juzgar con distancia.
En resumen, solo hay un CAMPEON, en mayúsculas, y es el Barça.
Como lo es, po cierto, el equipo de basket, magistralmente gobernado por Chichi Creus y dirigido por Xavi Pascual. Han sido los mejores toda la temporada, han jugado el mejor basket del continente, dan un auténtico clínic en defensa (menos puntos encajados, más tapones que nadie) y se adornan en ataque (lideres en porcentajes, mates a raudales). Merecidisimos campeones de todo. Y el modelo es análogo al de fútbol. Y el Madrid cae en los mismos errores -normal cuando el presidente y la prensa son los mismos-, en este caso pensando que el presunto mejor entrenador del mundo, acostumbrado a entrenar equipos hechos a golpe de talonario, capaz de imponer una disciplina de hierro y de devaluar jugadores en un santiamén, sería capaz de derrotar a un equipo como el Barça.
Y lo mejor está por llegar. Lejos de corregir errores, ahora el madridismo clama por Mourinho, el entrenador que mejor encaja con lo que convierte en repulsivo a los merengues. Mientras, Cesc y Villa a punto de fichar por el Barça. Y el Madrid también los quería, por si no se acuerdan algunos. ¿Y aun siguen preguntándose por qué muchos no quieren ir allí?

