domingo, 2 de mayo de 2010

EL MEJOR BARÇA DE LA HISTORIA

Estuve tentado de escribir esta entrada el pasado miércoles, tras la eliminación en Champions. Pero mi ADN culé mantiene trazas de épocas pasadas, herencias genéticas de finales de los 70 e inicios de los 80, de ligas pérdidas por secuestros, estrellas rotas por Goicoechea y una funesta final en Sevilla. Por ello, tras la decepción, temía especialmente el partido frente al Vilarreal, probablemente afectado por la avalancha de manifestaciones de apoyo que desde la capital agigantaban las dificultades que el exhausto equipo blaugrana iba a aforntar en La Plana.

Precisamente la reacción es la que me hace concluir que estamos ante el mejor Barça de la historia. Y no solo estadísticamente -que también, gane o no finalmente la Liga-, sino especialmente por su competitividad, por su ambición, por su compromiso con una manera de entender el fútbol que le ha permitido ser referente en todo el mundo como nunca antes.

Es indiscutible que esta temporada el equipo no ha alcanzado los niveles de excelencia futbolística de la temporada pasada. No importa si hemos conseguido no sé cuantos puntos más en la Liga. Esa estadística es irreal, ya que el año pasado, tras el chorreo del Bernabeu (por ese 2-6 también merecería el galardón del título), el equipo, virtual campeón, se dejó ir y cedió derrotas (Mallorca, Osasuna) y empates (Deportivo) para llegar fresco a la batalla final en el coliseo romano. Pero donde no ha llegado el futbol, ha llegado el corazón, en una temporada que, todos los culés lo sabemos, en otra época hubiese sido de autocomplacencia y decepciones.

Me niego a aceptar el razonamiento que desde Madrid señala que si el Barça no gana la Liga cerrará la temporada en blanco. La falacia que indica que las Supercopas de España y Europa y la Intercontinental son títulos de la temporada pasada no se aguanta. Son títulos de la 2009-10. ¿Es que si el At. Madrid gana la Europa League alguien va a atribuirlo a la temporada en que se clasificó para dicha competición? El equipo que ha ganado los 3 títulos es distinto del que conquistó Liga, Copa y Champions. No está Eto y sí Ibra. Está Pedro, y de qué manera. Sylvinho ha cedido el testigo a Maxwell. Milito ha ayudado y Márquez no. Henry no ha estado y Iniesta no ha podido.

Precisamente aquello que hace casi dos años empecé a señalar -plantilla corta de efectivos- ha acabado pasando factura. No tanto en forma de lesiones que, salvo casos concretos (Iniesta especialmente, Abidal a menudo) y momentos puntuales (tras la eliminación copera), han respetado notablemente a la plantilla. El problema ha acabado siendo de falta de efectivos útiles. El cansancio, el stress, la saturación mental, han acabado mermando el rendimiento de diversos jugadores respecto a la temporada pasada.

Y los fichajes, reconozcámoslo, han acabado aportando más bien poco, con Ibra de más a menos, en una incomprensible evolución que lo coloca, a estas alturas de temporada, a los pies de los caballos -si se pierde la Liga, su cabeza será cortada; si se gana, quizá siga, aunque los pitos estarán asegurados desde el primer partido-, Chygrinskyi levantando dudas razonables y lastrado por su coste y Maxwell convertido en el jugador más neutro, aséptico e intrascendente de la historia del club. Se ha evidenciado que Pep es tan brillante como entrenador como discreto -seamos generosos- como fichador.

Pese a todo ello, pese a la dura competencia doméstica del Madrid -amparado en esa pegada espectacular que tantos puntos le da ante rivales menores y que es insuficiente ante el Barça-, de la campaña indecente emprendida por los portavoces del madridismo en forma de villarato, que tanto ha secundado el colectivo arbitral -¿alguien duda quien sería finalista de Copa si el merengue de Pérez Burrull no se hubiera empeñado en clasificar al Sevilla en la ida en el Camp Nou?- y federativo -espectacular anulación de tarjetas de jugadores del Madrid o rivales del Barça (!Kameni!), expediente a Guardiola-, el Barça ha sido capaz de mantener una regularidad envidiable (1 derrota en Liga (At. Madrid, como siempre), 1 en Copa (Sevilla) y 2 en Champions (Rubin Kazan e Inter)) y una competitividad a prueba de bomba.

Los equipos que antes ganaron una Champions (Dream Team y Barça de Rikjaard) fueron capaces de repetir la Liga en la temporada siguiente. El Pep Team puede conseguirlo también. O no, quien sabe. Pero es seguro que aquellos excelentes equipos fueron incapaces de hacerse con la Intercontinental y, peor todavía, fueron eliminados en octavos en Champions -cual mediocre Madrid- ante CSKA Moscú y Liverpool respectivamente, confirmando la dificultad de mantener la intensidad tras la gloria.

Ese es el factor diferencial. Una vez más creo que el gran mérito es de Guardiola. Conocedor como nadie de la mentalidad del club y su entorno, sabedor que la temporada posterior a los triunfos es compleja, que al Barça siempre le ha faltado el instinto ganador que inspira grandes dinastías, que la natural tendencia autodestructiva se traduce en inestabilidad, el míster ha sabido unir al vestuario y convencerlo de la necesidad de perseverar en la victoria, en hacer historia, de trascender a los anales del barcelonismo para hacerlo en los del futbol mundial. Y ha arrastrado como nunca a la afición, identificada con su equipo, creyéndolo, con fundamento, capaz de todo. Y el haberlo conseguido lo convierte en el mejor entrenador de la historia del Barça, al frente del mejor Barça de la historia.

Y, acabe como acabe esta, la próxima temporada será aun más difícil. Y con elecciones de por medio. Y con el madridismo, el único que puede acabar en blanco, montando la enésima campaña propagandística para recobrar la hegemonía que jamás pensaron perder. La que nos espera. CARPE DIEM.

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