lunes, 15 de septiembre de 2008

FALTA POLVORA...

Suma y sigue. Tercer rival en partido oficial, de nivel similar a los anterior (repasemos: Wisla, Numancia y Racing) y el equipo no gana. ¿Y goles? Uno en los últimos tres partidos, de penalty y gracias.

Lo mejor que se puede decir del partido ante los cántabros es que siguen las ganas -el recurso de los equipos pequeños-, que los canteranos Sergio Busquets y Pedro han sido los mejores junto al lesionado Hleb -primera baja por lesión de la temporada-, que se generan ocasiones... pero seguimos sin ganar. Y tras el fiasco de las dos últimas temporadas necesitamos como el aire que respiramos las victorias, recuperar la confianza, ilusionarnos con el espectáculo, vibrar con los goles. Pero nada de nada. En la práctica seguimos demasiado cerca del año pasado: mucha posesión, poca polvora y goles recibidos con demasiada facilidad.

 

Analizando el partido de hoy me permitiré apuntar algunos aspectos que, aunque políticamente incorrectos, ayudan a entender un resultado tan decepcionante:

      Valdés va camino de record: después de dos jornadas de Liga habrá conseguido ser el único portero con un 100% de remates recibidos convertidos en gol. Como en los dos últimos años, no para nada complicado. No sé si se ha estancado en su evolución, pero es comprensible ante la nula exigencia a que se ve sometido. Lo hago bien o mal nadie en su sano juicio quiere ver a sus suplentes en el campo, así que nos hemos de tragar al chulillo de Valdés...

      Abidal sigue con una empanada monumental y va camino de convertirse en el blanco perfecto de los silbidos, después de haberse cargado ya el mister a Henry para evitar que el soci lo recibiera de uñas después de su aportación en los últimos partidos.

      ¿Qué aporta Piqué? Aparte de ser de la casa y tener buena planta, bien poca cosa. La salida de pelota desde atrás, imprecisa -mucho mejor Busi- y la capacidad para confundir la posición y acabar discutiendo con Puyol, sintomática.

      La falta de pegada en el centro del campo, personificada en Xavi e Iniesta, los famosos jugones que enamoran con la “roja”. Hasta cuando seguiremos ciegos a su casi absoluta incapacidad para aportar gol llegando desde atrás. Desde que Xavi ocupa una posición más adelantada, justo por detrás de la delantera -como postulaban los expertos-, no hemos marcado un solo gol -Wisla al margen-. Ni asistencias de gol ni chut desde fuera -pero si no tiene fuerza, digamoslo claro-. En el caso de Iniesta solo se me ocurre que si tuviera gol sería el mejor del mundo en su posición. Pero como no lo tiene -ni gol, ni chut, ni fuerza- se queda en un jugador elegante y vistoso. Muy bonito para la vista pero incapaz de aguantar el peso ofensivo del equipo.

Cambio a cualquiera de estos dos por Lampard o Gerrard, menos peloteros pero más efectivos.

      Y cuando no podemos quejarnos de las bandas -bien Pedro, incisivo Alves, dinámico Hleb-, falta un delantero rematador. Tras la incapacidad para traspasar a Eto, vendernos la moto de que nunca quisimos traspasarlo y defender su gran compromiso con el club -bolos africanos al margen-, se constata la razón por la que Guardiola quería otro perfil de killer del área.

 

En fin, podemos olvidar todo lo anterior, aferrarnos a los chavales -un factor que se me antoja circunstancial, no podemos esperar siempre un partido tan completo de Busquets-, apelar a que la temporada es muy larga, lamentar la mala suerte (3 postes en Liga) y esperar al próximo partido. Al fin y al cabo, no nos queda otro remedio. Bueno, sí: velas y rezos para que lo de Hleb no sea grave y para que alguien en el club, además de dominar la oratoria hueca, se entere que faltan delanteros -para el mercado de invierno y el de verano-.

 

Y para acabar, un mensaje para el blogger alternativo, el Laportista encapuchado que me acusa de tristón por no abrazar su discurso triunfalista: ojalá el Barça lo gane todo, juegue espectacular y golee a todo el mundo. Pero no se es menos barcelonista -o antibarcelonista según el nuñismo-laportismo- por señalar los errores. Por que solamente desde la autocrítica se puede construir. La autocomplacencia y el triunfalismo gratuito nos llevará a un nuevo fracaso. Al tiempo...    


OMERTA

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