
Diez jornadas de Liga y el Barça líder, con una trayectoria impecable (8 victorias consecutivas) tras un inicio titubeante que sembró de dudas a muchos -me incluyo-. Es plazo suficiente para hacer un primer balance, tanto de los puntos positivos -más de los previsibles a inicios de temporada- como de los riesgos que todavía laten en el seno del equipo. A saber:
– Ambición, hambre, deseo, actitud... llamemosle como queramos, pero lo cierto es que el actual equipo -y el entrenador- queda en las antípodas de la indolencia del año pasado. Los partidos no se sestean para luego ir contrarreloj, como ocurría en las últimas temporadas, sino que el equipo sale a intentar marcar uno o varios goles en los primeros minutos. Partidos como el del Gijón, At. Madrid, Almeria, Málaga o Valladolid son ejemplos de ello.
En el polo opuesto, este equipo también ha demostrado que la falta de tensión puede abocarlo al abismo. La 2ª mitad del día del Betis y los partidos coperos ante Basilea y Benidorm demuestran que levantar el pie del acelerador puede traer funestas conecuencias. Y este Barça aun no puede permitírselo.
– Jugadores en estado de gracia: contra pronóstico Guardiola ha conseguido que Messi descolle por sus asistencias, que Eto recupere su mejor versión cuando parecía perdido, que el Camp Nou coree a Xavi y lo valore como esencial. Precisamente ahora que falta Iniesta -el cuarto decisivo-, se antoja imprescindible la presencia de estos tres jugadores en el equipo para garantizar que el siga-saga team funcione a pleno rendimiento. Esto mismo constituye una de las principales amenazas: eventuales lesiones de estos jugadores pondrían el proyecto en situación delicada y obligaría a otros jugadores a dar un paso adelante.
Y es en este punto donde queda todavía camino por recorrer. Mientras algunos valores siguen siendo seguros (Puyol, Touré, quizá Valdés), otros parecen recuperados (Marquez), y diversas incorporaciones muestran un rendimiento creciente (Alves me parece colosal, se convierte permanentemente en un recurso útil en ataque, que abre las bandas, permite la deriva de Messi hacia el interior, agobia al rival... siempre he creido que cuando un jugador rival resulta especialmente odioso por su intensidad, mejor ficharlo; Piqué muestra una madurez y tranquilidad solo ligeramente atisbada en su etapa aragonesa y absolutamente ofuscada en su fase inglesa; Busquets se ha revelado como una alternativa muy válida en el mediocentro defensivo), hay todavía algunos jugadores que bien no pueden dar más de si, bien necesitan despertar pronto de su letargo.
Las dudas se ciernen ya sobre algunos fichajes: ¿el Keita del Barça es el primo malo del que jugaba en el Sevilla? Ganas y potencia no le faltan, pero se muestra impreciso y poco certero en la llegada al área, una de sus principales virtudes; ¿Y sabe Hleb donde está? Este chico enclenque parece perdido, falto de una inyección de pa amb tomàquet, empeñado en conducir el balón para luego darlo atrás... ¿Arsene Wenger es un trilero o nosotros unos primos? Overmars, Petit, Henry, Hleb... ¿Cesc? Uf! ¿Y Cáceres? Al margen de una notable rapidez para acudir al corte -del balón o de la pierna del delantero, tanto da-, muestra gran inseguridad en la salida de balón, algo que se antoja imprescindible en el esquema de Guardiola. A su lado Puyol parece Beckembauer...
Además de
estos fichajes, sobre los que aun podemos esperar una cierta progresión, aparecen otros casos que sí parecen ya irrecuperables. El principal: Henry. Sin comentarios. El mercado de invierno debería ser una opción. Fuera Henry (¿cuantos equipos hay en Londres que jueguen la Premier? Alguno lo querrá) y dentro Arshavin (¿dejaremos que lo fichen los merengues?).
– Profesionalidad, compromiso, análisis, comunicación. Estas virtudes son las que esgrime Guardiola para convencer al barcelonista. Los no creyentes -vuelvo a incluirme- esperabamos buenas palabras -como su maestro, el casi siempre fracasado Lillo- y poco más. Dudabamos de su falta de experiencia y excesivo talante para enderezar un rumbo perdido.
De hecho, Pep ha transmitido sus conceptos con claridad meridiana, pero más importante que ello es que, cruyffadas a margen, parece que ha convencido a sus jugadores. Y ello se ha traducido en un cierre de filas incondicional de los mismos con su entrenador.
Y con ello ha contribuido a pacificar el club. Laporta, eufórico, parece una extensión de su entrenador. Pero que no se confunda. El soci está feliz por que el equipo gana y golea, va líder y aun promete más. Pero sigue -una gran parte al menos- sin tragar al President. Si la cosa no ha ido a más es, por una parte, por tratarse de un personaje ya amortizado -mal que le pese, le quedan dos temporadas- y, por otra, por que es mejor disfrutar del espectáculo -aunque sea por TV- que pasarnos el tiempo maldiciendo a la directiva, los jugadores, el míster y todo lo que se mueve. Como conclusión, un consejo para Laporta: calladito estás más guapo.
En resumen, el equipo ilusiona, los rivales también -glorioso Real Unión de Irún-, los partidos se decantan pronto y empieza a correr entre la culerada la pregunta mágica: Avui quants els hi fotrem?
El péndulo culé cotiza en máximos de optimismo, ya cercanos a la euforia que suele desembocar en algún ridículo sonado -de ahí la insistencia de Guardiola en avisar ante los partidos ganados de antemano, estilo Benidorm-, pero es que ya tocaba. La travesía del desierto de los dos últimos años ha sido lamentable, no solo por los resultados sino, básicamente, por la frustración colectiva derivada de la constatación de la decadencia voluntaria de un equipo que podía haber hecho historia durante muchos años.
PS: Cansa ya oir tantas explicaciones a la ausencia de público en el Camp Nou. Es una suma de causas, entre las que cabe incluir el excepticismo del soci sobre el equipo -especialmente en los primeros partidos-, arrastrando aun el cabreo del desastre del último bienio y sin incorporaciones ilusionantes; la desafección con el régimen -entiéndase Junta Directiva de Laporta- también ayuda un poco; las dificultades de acceso y aparcamiento tamp
oco son favorables -si fuesemos una horda de borrachos hooligans de un equipo inglés el Ayuntamiento nos organizaría hasta fiestas temáticas, pero no parece que sea el caso-. Pero creo que la causa esencial es la combinación mortal de rivales con poco gancho (aun no han venido Madrid, Valencia, Sevilla o Villarreal, por ejemplo), horarios nocturnos (todos los partidos de Liga se han celebrado a las 22h en sábado o 21h en domingo) y retransmisión televisiva.
Estos tres factores combinados hacen inviable llenar el campo, da igual el nivel de juego. Ahora bien, cuando lleguen los citados rivales, aunque los partidos sean retransmitidos, seguro que se superarán los 80.000 espectadores; y si no se transmiten los partidos más que en pay per view, con horarios a las 19h -ya ni sueño con los domingos a las 17h-, ante cualquier rival se alcanzarían los 70.000. Pero si siguen empeñándose en vender los clubes a las televisiones, que no esperen que el socio abonado, además de pagar, acabe regresando a casa pasada la medianoche...
– Ambición, hambre, deseo, actitud... llamemosle como queramos, pero lo cierto es que el actual equipo -y el entrenador- queda en las antípodas de la indolencia del año pasado. Los partidos no se sestean para luego ir contrarreloj, como ocurría en las últimas temporadas, sino que el equipo sale a intentar marcar uno o varios goles en los primeros minutos. Partidos como el del Gijón, At. Madrid, Almeria, Málaga o Valladolid son ejemplos de ello.
En el polo opuesto, este equipo también ha demostrado que la falta de tensión puede abocarlo al abismo. La 2ª mitad del día del Betis y los partidos coperos ante Basilea y Benidorm demuestran que levantar el pie del acelerador puede traer funestas conecuencias. Y este Barça aun no puede permitírselo.
– Jugadores en estado de gracia: contra pronóstico Guardiola ha conseguido que Messi descolle por sus asistencias, que Eto recupere su mejor versión cuando parecía perdido, que el Camp Nou coree a Xavi y lo valore como esencial. Precisamente ahora que falta Iniesta -el cuarto decisivo-, se antoja imprescindible la presencia de estos tres jugadores en el equipo para garantizar que el siga-saga team funcione a pleno rendimiento. Esto mismo constituye una de las principales amenazas: eventuales lesiones de estos jugadores pondrían el proyecto en situación delicada y obligaría a otros jugadores a dar un paso adelante.
Y es en este punto donde queda todavía camino por recorrer. Mientras algunos valores siguen siendo seguros (Puyol, Touré, quizá Valdés), otros parecen recuperados (Marquez), y diversas incorporaciones muestran un rendimiento creciente (Alves me parece colosal, se convierte permanentemente en un recurso útil en ataque, que abre las bandas, permite la deriva de Messi hacia el interior, agobia al rival... siempre he creido que cuando un jugador rival resulta especialmente odioso por su intensidad, mejor ficharlo; Piqué muestra una madurez y tranquilidad solo ligeramente atisbada en su etapa aragonesa y absolutamente ofuscada en su fase inglesa; Busquets se ha revelado como una alternativa muy válida en el mediocentro defensivo), hay todavía algunos jugadores que bien no pueden dar más de si, bien necesitan despertar pronto de su letargo.
Las dudas se ciernen ya sobre algunos fichajes: ¿el Keita del Barça es el primo malo del que jugaba en el Sevilla? Ganas y potencia no le faltan, pero se muestra impreciso y poco certero en la llegada al área, una de sus principales virtudes; ¿Y sabe Hleb donde está? Este chico enclenque parece perdido, falto de una inyección de pa amb tomàquet, empeñado en conducir el balón para luego darlo atrás... ¿Arsene Wenger es un trilero o nosotros unos primos? Overmars, Petit, Henry, Hleb... ¿Cesc? Uf! ¿Y Cáceres? Al margen de una notable rapidez para acudir al corte -del balón o de la pierna del delantero, tanto da-, muestra gran inseguridad en la salida de balón, algo que se antoja imprescindible en el esquema de Guardiola. A su lado Puyol parece Beckembauer...
Además de
estos fichajes, sobre los que aun podemos esperar una cierta progresión, aparecen otros casos que sí parecen ya irrecuperables. El principal: Henry. Sin comentarios. El mercado de invierno debería ser una opción. Fuera Henry (¿cuantos equipos hay en Londres que jueguen la Premier? Alguno lo querrá) y dentro Arshavin (¿dejaremos que lo fichen los merengues?).– Profesionalidad, compromiso, análisis, comunicación. Estas virtudes son las que esgrime Guardiola para convencer al barcelonista. Los no creyentes -vuelvo a incluirme- esperabamos buenas palabras -como su maestro, el casi siempre fracasado Lillo- y poco más. Dudabamos de su falta de experiencia y excesivo talante para enderezar un rumbo perdido.
De hecho, Pep ha transmitido sus conceptos con claridad meridiana, pero más importante que ello es que, cruyffadas a margen, parece que ha convencido a sus jugadores. Y ello se ha traducido en un cierre de filas incondicional de los mismos con su entrenador.
Y con ello ha contribuido a pacificar el club. Laporta, eufórico, parece una extensión de su entrenador. Pero que no se confunda. El soci está feliz por que el equipo gana y golea, va líder y aun promete más. Pero sigue -una gran parte al menos- sin tragar al President. Si la cosa no ha ido a más es, por una parte, por tratarse de un personaje ya amortizado -mal que le pese, le quedan dos temporadas- y, por otra, por que es mejor disfrutar del espectáculo -aunque sea por TV- que pasarnos el tiempo maldiciendo a la directiva, los jugadores, el míster y todo lo que se mueve. Como conclusión, un consejo para Laporta: calladito estás más guapo.
En resumen, el equipo ilusiona, los rivales también -glorioso Real Unión de Irún-, los partidos se decantan pronto y empieza a correr entre la culerada la pregunta mágica: Avui quants els hi fotrem?
El péndulo culé cotiza en máximos de optimismo, ya cercanos a la euforia que suele desembocar en algún ridículo sonado -de ahí la insistencia de Guardiola en avisar ante los partidos ganados de antemano, estilo Benidorm-, pero es que ya tocaba. La travesía del desierto de los dos últimos años ha sido lamentable, no solo por los resultados sino, básicamente, por la frustración colectiva derivada de la constatación de la decadencia voluntaria de un equipo que podía haber hecho historia durante muchos años.
PS: Cansa ya oir tantas explicaciones a la ausencia de público en el Camp Nou. Es una suma de causas, entre las que cabe incluir el excepticismo del soci sobre el equipo -especialmente en los primeros partidos-, arrastrando aun el cabreo del desastre del último bienio y sin incorporaciones ilusionantes; la desafección con el régimen -entiéndase Junta Directiva de Laporta- también ayuda un poco; las dificultades de acceso y aparcamiento tamp
oco son favorables -si fuesemos una horda de borrachos hooligans de un equipo inglés el Ayuntamiento nos organizaría hasta fiestas temáticas, pero no parece que sea el caso-. Pero creo que la causa esencial es la combinación mortal de rivales con poco gancho (aun no han venido Madrid, Valencia, Sevilla o Villarreal, por ejemplo), horarios nocturnos (todos los partidos de Liga se han celebrado a las 22h en sábado o 21h en domingo) y retransmisión televisiva.Estos tres factores combinados hacen inviable llenar el campo, da igual el nivel de juego. Ahora bien, cuando lleguen los citados rivales, aunque los partidos sean retransmitidos, seguro que se superarán los 80.000 espectadores; y si no se transmiten los partidos más que en pay per view, con horarios a las 19h -ya ni sueño con los domingos a las 17h-, ante cualquier rival se alcanzarían los 70.000. Pero si siguen empeñándose en vender los clubes a las televisiones, que no esperen que el socio abonado, además de pagar, acabe regresando a casa pasada la medianoche...


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