lunes, 2 de marzo de 2009

!AL LORO, QUE NO ESTAMOS TAN MAL, HOMBRE!

En fin, partido desastroso en el Calderón, donde el Barça pudo acallar todas las voces que hablaban de canguelo, donde el marcador fue favorable durante muchos minutos -incluso cuando no se merecía-, donde el árbitro empezó favoreciendo -el gol anulado a Heitinga-, pero donde todo acabó mal.
La derrota frente al At. Madrid nos deja al peor Barça de la temporada, un equipo capaz de marcar tres goles en campo contrario pero vulnerable en defensa, un equipo incapaz de mantener el control del partido, siempre al ritmo preferido por un rival que destaca tanto por su pegada en ataque como por su desorden defensivo y su fragilidad moral. El equipo colchonero llegaba al partido con la deriva idónea para convertirse en la víctima ideal: inseguro de sus fuerzas, con debate permanente sobre su entrenador -antes Aguirre, ahora Abel-, con rumores sobre la capacidad física y el futuro de su estrella Agüero, frente a un Barça que lo había humillado en el Camp Nou (6-1), borrado en Copa en el Manzanares (1-3 con festival Messi) y hasta remontado (2-1) con los suplentes en la vuelta.
Pero se ha encontrado con un Barça desconocido. O quizá no. Ya lo vimos en la primera media hora en Lyon, donde el Olympique pasó por encima de los culés y pudo hasta haber sentenciado la eliminatoria. Quizá no llegó a creerselo y el respeto que inspira -¿o deberiamos decir inspiraba?- el Barça hizo que finalmente se rehiciera, pudiese rescatar el empate y encarar la eliminatoria.
Frente al Betis el equipo sufrió la empanada defensiva inicial que le hizo ponerse dos goles por debajo, pero a partir de ahí reaccionó, apelando a su estilo y a un espíritu de lucha encomiable, empató y mereció, sin duda, ganar.
Frente al Español, fue víctima del planteamiento antideportivo del rival y la connivencia arbitral y acabó derrotado en un partido de un extraño ¿deporte? que jamás podrá llamarse fútbol.
Pero frente al At. Madrid ha sido derrotado justamente. Es más, creo que el resultado, por corto, no hace justicia a lo ocurrido. El Barça se ha avanzado 0-2 de manera injusta, con menos fútbol que nunca frente a un rival brioso, al que le habían anulado un gol legal y que iba llegando en oleadas a las inmediaciones de Valdés. Pese a ello, el equipo ha sido incapaz de dormir el partido o de ir a sentenciar, ha permitido al rival crecerse, y se ha visto igualado. En este punto, el desmadre táctico -habitual en los atléticos, imperdonable para Guardiola, devoto del fútbol de posición- ha permitido recuperar la iniciativa (2-3), pero ese mismo desorden, caos, anarquía, coladero defensivo, desierto entre líneas, ha llevado al empate -posiblemente no fuese penalty, pero al árbitro le habrán recordado en el descanso el gol anulado- y, para rematarlo, la derrota.
Lo peor, la sensación que el equipo imbatible de hace semanas se ha vuelto terrenal, acumula pecados y recibe la penitencia que merece. La suerte, antes aliada, se torna esquiva. Los árbitros, antes afines, se vuelven severos.
No sé qué parte del bache es atribuible a la impecable racha del Madrid. Tras aguantar 7 jornadas con victorias de ambos equipos, sorprendentemente el Barça es quien ha aflojado. Y en 3 jornadas (1 punto de 9) las distancias se han estrechado hasta casi nada. Al Madrid le falta recortar un punto para depender de si mismo. Pero no es menos cierto que el único líder, aunque parece que ya no sea así, es el Barça, quien sigue con una ventaja de 4 puntos. Es cierto que vista la situación de hace tres semanas, es bien poco. Que sabe a nada. Que después de haber deslumbrado durante la mayor parte de la temporada, de haber acumulado goleadas y records, parece ridículo que un Madrid generalmente ramplón esté a poco más de un partido. Aun no sentimos su aliento, pero más vale que nos espabilemos.
Lo dicho, no estamos tan mal. Seguimos en la posición de mayor privilegio. Pero, al loro, más vale que espabilemos, que recuperemos la senda de la victoria, que rompamos la tendencia. Es fundamental que Guardiola demuestre ahora su ascendencia sobre la plantilla, que sepa vencer el fatalismo culé, que aisle al equipo del tsunami periodístico merengue.
Pese a todo, hay una duda, una certeza y una constatación que añadir a lo anterior:
– La duda: ¿Será esta plantilla, casi la misma que la de hace dos años, víctima de un bloqueo mental que la abocará a una nueva debacle? Hasta hace bien poco los fantasmas parecían conjurados y el equipo, al contrario de otros años, era capaz de voltear, con carácter y argumentos, hasta resultados adversos. Pero el partido del Calderón ha resucitado en el alma culé los miedos atávicos, el ay, ay, ay, el ja hi som. El tiempo resolverá la duda...
– La certeza: el Barça necesita un portero de primer nivel. No diré que Valdés no lo sea. Solo que creo que hace falta otro. Cada temporada Victor atraviesa fases de empanada absoluta, en que alterna cantadas escandalosas (regalo a De la Peña, tragada de Juninho Pernambucano, rechace ridículo en el gol anulado a Heitinga) con actuaciones irregulares, incapaz de paradas salvadoras (en los tres goles de jugada del At. Madrid podría pedirse algo más) cuando el equipo más lo necesita. Hasta el punto que ya no es el portero menos goleado de 1ª.
El Barça, si quiere aspirar a los dos títulos grandes, necesita disponer de dos porteros de primer nivel. Para que cuando uno atraviese una racha nefasta pueda, sin problemas, poner al otro. Y basta ya de la bula institucional con Valdés...
– La constatación: el Español perdió con su Madrid -aquel cuya afición pareció mayoritaria en Montjuic-. Frente al Barça, en la jornada ya institucionalizada como día mundial del antifutbol, el Español argumentó que no tenía otra forma de plantar cara. Esto es, faltas, pérdida de tiempo, simulación continua de lesiones.
Frente al Madrid se demostró lo falaz de tal planteamiento. ¿Acaso el Español se creía superior al equipo que venía con 9 victorias seguidas?¿Acaso su posición de casi colista le hacía favorito frente al 2º clasificado? Entonces, ¿como se explica que los Pochettinos no plantearan el partido con su arma predilecta -probablemente la única que tienen-, ese antifutbol que tanto ilusiona a sus seguidores? ¿Cómo es que cometieron menos faltas que los madridistas, que con 0-0 corriesen para realizar saques de banda y de falta, que apenas sufriesen lipotimias?

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