Cuando el escándalo del espionaje a miembros de su Junta Directiva invade los medios de comunicación, el egocéntrico Presidente, siempre ansioso de abrazarse a cualquier micrófono para opinar de cualquier tema, propio o ajeno, calla. Queda en segundo plano. Hay silencios sospechosos...
Aunque probablemente acabe haciendo alguna pomposa declaración pretendidamente institucional, seguramente tras algún triunfo del equipo -!cuanta paciencia se necesita para aguantarlos, Pep!-, su mutis por el foro es revelador. En los últimos días se ha hablado del cese de Olivé, de la dimisión por falta de dignidad de los directivos... pero se ha olvidado al gran responsable. Síntoma que, mal que le pese, Laporta huele a cadáver, está descontado en la bolsa futbolística, interesa poco y cansa más.
Y el problema es que Jan no se ha enterado. Sigue empeñado en mantenerse en el poder, directamente o mediante persona interpuesta, mientras él traza su carrera paralela como líder independentista. Y es por ello que el responsable de las escuchas -llamémosle presunto- no puede ser otro que el propio Laporta.
Basta con ir respondiendo a varias preguntas para esclarecer el tema:
¿Es razonable pensar que el Dtor. General va a encargar escuchas por libre?
Rotundamente no. Solo cumpliendo órdenes, las cuales, lógicamente no podían proceder de los investigados. Por encima, solo queda uno...
¿Qué hubiese ganado Olivé disponiendo de informes que comprometían a posibles candidatos?
Nada, la información solo era importante para alguien que pudiese utilizarla.
¿Por qué paga el club unos informes en clave preelectoral?
Una vez más por la enfermiza identificación que alguien en el club (¿quién? !Laporta!) hace del Barça con su propia persona, lo que, en su universo unipersonal le legitima para utilizar los recursos del club en beneficio propio.
No es la primera vez. Recordemos el nepotismo inicial, contratando a su cuñado Echevarría para luego negar su vinculación a la Fundación Francisco Franco. Recordemos la creación de un equipo de fútbol base, en una edad antes inexistente, para que su hijo pudiese jugar en el Barça. Recordemos las cuestionables operaciones con los intermediarios brasileños de Traffic o los negocios inmobiliarios al amparo del club. Recordemos el despido de la señorita Massoli, la brasileña empleada del club con la que Laporta mantuvo una relación sentimental que provocó el divorcio de su mujer...
¿Quienes fueron excluidos de la investigación?
Godall, el más cercano a Laporta de los vicepresidentes, y Sala i Martín, íntimo del presi, autor de sus discursos en inglés para hacer las Americas y candidato a directivo en aquellos momentos.
¿Qué utilidad tienen los informes?
Internamente constituían un excelente arma para forzar la renuncia a la carrera electoral de aquellos vicepresidentes -cualquiera de los cuatro investigados- por los que Laporta no siente predilección.
¿Qué busca Laporta?
Básicamente elegir a un candidato continuista que sea su prolongación, su testaferro, su hombre de paja. Su mejor candidato es aquel que pueda obtener la victoria en las elecciones, amparado en los triunfos futbolísticos -de ahí la desesperación en presentar la renovación de Guardiola como aval de su gestión- y que se deje manipular, bien por desconocimiento (Sala i Martín ha reconocido que de fútbol no tiene ni idea), por distancia (Sala i Martín pasa medio año en USA ejerciendo como profesor universitario) o por voluntad (a Sala i Martín le va la marcha, la polémica, la provocación y, por que no decirlo, la utilización de los cargos en favor de sus amigos -como cuando presidió transitoriamente el club durante el período de la moción contra el presidente, por designación de su querido Jan, para dedicarse a favorecer escandalosamente al propio Laporta-).
Así pues, Laporta buscaba munición para forzar a sus directivos a renunciar en favor de Sala i Martín y escenificar una proclamación gloriosa del precandidato, su alter ego -es que hasta se parecen, compitiendo uno y otro en ver quien está más bacó, solo diferenciados por ver quien es más hortera en su vestimenta (americanas polícromas versus jerseys de cuello alto estilo botifarró)-.
Y, finalmente, las preguntas más inquietantes:
¿Por qué tiene tanto empeño Laporta en asegurarse la continuidad en el poder? ¿Tiene algo que ocultar? ¿Será él quien tenga cadáveres en el armario? Cuando acaben con Millet, que investiguen a Laporta...
sábado, 26 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
¿Y SI JOHAN TUVIESE RAZÓN?
Hace unos días, tras victoria liguera frente al Sporting de Gijón, Cruyff, el oráculo infalible -ya que básicamente suele lanzar una tesis y la contraria de forma simultanea, de modo que siempre puede concluir, pasado el tiempo, que él ya lo avisó- señaló que la actitud del equipo no había sido la adecuada. Sonaba a una más de sus opiniones en contra de la opinión general.
Han pasado ya 20 días desde aquel partido, dos jornadas más de Liga saldadas positivamente frente a Getafe y Atlético de Madrid y debut en la Champions ante el rival más cualificado (Inter). Tras el enésimo partido plagado de goles ante los colchoneros, empiezo a albergar dudas sobre el equipo y su actitud. Las declaraciones post-partido de Guardiola me ratificaron esa impresión. Sabido es el mister jamás critica a sus hombres en público. Es más, estoy convencido que los reprende en el vestuario como cualquier otro entrenador, quizá con menor vehemencia y mayor poesia, pero bronca al fin y al cabo cuando toca. Pero con el pacto sagrado de no criticarlos jamás en público, situación que los pondría a los pies de los caballos (prensa y afición) y los convertiría en chivo expiatorio de las derrotas. Pero respetando ese principio, a Pep se le entendió todo: alabanza por el esfuerzo pero exceso de prisa en el ataque (=incumplimiento de las premisas tácticas), demasiadas idas y vueltas (=falta de control), alabanzas al contrario (pase que alabe a Forlan y el Kun, pero definir a Simao -a estas alturas-, Jurado -todo por demostrar- y Assunçao -¿?- como jugadores de primer nivel mundial suena exagerado = cualquiera nos puede ganar)... Toque de atención velado, revestido de elegancia para no dañar la imagen del equipo.
Puede resultar exagerado, enfermizo si se quiere, dudar a estas alturas. El equipo tricampeón ha empezado la campaña mejor si cabe -en cuanto a resultados- que la anterior (2 victorias ligueras por una derrota y un empate, títulos de las Supercopas y empate dominador en el Giuseppe Meazza), es cierto. En otros pagos bastaría para elevar a los altares al equipo como mejor equipo de la historia y a sus jugadores como los mejores del mundo. De hecho, ya lo hacen con bastante menos. No se si me he malacostumbrado. Nos han dado mucho caviar y no nos conformamos con menos. Los 5 goles de ayer me dejaron un regusto agridulce. El equipo mostró una altísima eficacia, algo, por otra parte, bastante inusual en un colectivo amante de rizar el rizo hasta entrar en la portería contraria a golpe de taconazo, tuneles por doquier y adornos incomparables. El resultado es inatacable. Las cifras (9 de 9, 10 goles a favor y 2 en contra), también. Pero empiezo a tener sensaciones extrañas. Las cosas nos van de cara (!goles a balón parado! ante el Sporting, postes del Getafe con 0-0, marcador a favor ante los del Manzanares a los 2 minutos), pero advierto síntomas que me recuerdan al Barça de la temporada 2006-07, la 4ª de Rikjaard, la posterior a la Liga y Champions de Ronaldinho y cía.. Ya se que es un sacrilegio, pero...
Aquella temporada la iniciamos barriendo a los pericos en la Supercopa de España, nos estrellamos en Monaco ante el Sevilla pero tomamos el liderato en la Liga. En la 1ª vuelta el equipo se mantuvo al frente de la clasificación, jugando con menor brillantez que el año anterior pero agarrándose a los fogonazos de sus estrellas y al respeto que infundía a sus rivales. La derrota en la Intercontinental fue el detonante que nos empujó a una pendiente sin freno que acabó con la Liga regalada al peor Madrid en muchos años.
Sobre el papel estamos mejor. No solo por haber ganado la Supercopa europea, sino, sobre todo, por que el entrenador se empeña en recordar a todo el mundo que nada esta hecho, que esta temporada es la más difícil, que la exigencia es máxima. Pero el entorno (socios, prensa) sigue/seguimos eufórico/s, en la nube en la que nos dejó el insuperable mes de mayo de 2009, aquel que nos permitirá, futbolísticamente, morirnos en paz tras haber disfrutado de la secuencia de triunfos soñada.
Pero, sin ánimos de ejercer de culé pesimista, intuyo que algo no acaba de funcionar. La presión del trio atacante no existe -cuando Pep alaba el trabajo de los puntas está evitando que se le pregunte al respecto-, el rival puede llevar el balón cómodamente hasta su centro del campo y la recuperación se produce en nuestra zona defensiva, mucho más lejos del marco ríval y con poca capacidad de sorpresa. Hay jugadores inadaptados (Ibra, pese a sus goles, apenas interviene en el juego; Maxwell hace a Abidal titular indiscutible; Chigrinsky, aunque transmite calma, requiere de mayor conocimiento de los mecanismos defensivos del equipo), otros fuera de forma (Iniesta tierno -el 2º gol del Atlético nace de un balón aereo que le envia Valdés y que no hace ni mención de disputar; Marquez, recien reaparecido) y alguno más en retroceso respecto al año pasado (Henry empieza a parecerse peligrosamente al de hace dos temporadas, quejándose con gesticulacionies excesivas si no le envían pelotas al espacio y aplicando luego la ley del mínimo esfuerzo para ir a buscarlas; Busquets, empeñado en que no haya discusión sobre la jerarquía de Touré en el mediocentro defensivo; ¿le bajarán la ficha al de Badia ahora que su rendimiento va a menos partido a partido?).
Dicho esto, el equipo sigue ganando. Normal. Tiene cracks indiscutibles que siguen a su nivel (Messi, Xavi, Piqué, Alves, Puyol, Valdés), jugadores que con sus apariciones colaboran (Keita -mejorado respecto al curso pasado-, el mismo Ibra, Pedro) y, sobre todo, tiene algo impagable: el RESPETO, INTIMIDACIÓN, MIEDO, PAVOR, PÁNICO, llamémosle como queramos, que provoca en los rivales. Estos salen convencidos de la derrota. Su principal objetivo es el empate y, en su defecto, una derrota honrosa. El objetivo, evitar la humillación. No pocos equipos han sido estrellas invitadas pasivas de videos que dan la vuelta al mundo con los highlights del equipo más espectacular que el mundo del fútbol ha visto -salvo en la dimensión paralela que vive el Madrid de las fantasías-. Y por ello aspiran a poco más.
El equipo tiene mucho margen de mejora, especialmente si los jugadores aun inadaptados o fuera de forma regresan. Pero hará falta algo más. Básicamente recuperar el espíritu de sacrificio que caracterizó el Pep Team 2008-09. Los rivales nos temen por como jugábamos. No podemos levantar el pie del acelerador, no podemos dejar las cosas simplemente a la inspiración. Si lo hacemos seguiremos ganando partidos pero no trofeos. La línea entre un buen equipo y un equipo colosal está en el sacrificio y la solidaridad en el esfuerzo, en la anteposición del colectivo a los egos personales. Si lo fiamos todo al qué buenos somos, acabaremos pinchando... y Johan tendrá razón.
Han pasado ya 20 días desde aquel partido, dos jornadas más de Liga saldadas positivamente frente a Getafe y Atlético de Madrid y debut en la Champions ante el rival más cualificado (Inter). Tras el enésimo partido plagado de goles ante los colchoneros, empiezo a albergar dudas sobre el equipo y su actitud. Las declaraciones post-partido de Guardiola me ratificaron esa impresión. Sabido es el mister jamás critica a sus hombres en público. Es más, estoy convencido que los reprende en el vestuario como cualquier otro entrenador, quizá con menor vehemencia y mayor poesia, pero bronca al fin y al cabo cuando toca. Pero con el pacto sagrado de no criticarlos jamás en público, situación que los pondría a los pies de los caballos (prensa y afición) y los convertiría en chivo expiatorio de las derrotas. Pero respetando ese principio, a Pep se le entendió todo: alabanza por el esfuerzo pero exceso de prisa en el ataque (=incumplimiento de las premisas tácticas), demasiadas idas y vueltas (=falta de control), alabanzas al contrario (pase que alabe a Forlan y el Kun, pero definir a Simao -a estas alturas-, Jurado -todo por demostrar- y Assunçao -¿?- como jugadores de primer nivel mundial suena exagerado = cualquiera nos puede ganar)... Toque de atención velado, revestido de elegancia para no dañar la imagen del equipo.
Puede resultar exagerado, enfermizo si se quiere, dudar a estas alturas. El equipo tricampeón ha empezado la campaña mejor si cabe -en cuanto a resultados- que la anterior (2 victorias ligueras por una derrota y un empate, títulos de las Supercopas y empate dominador en el Giuseppe Meazza), es cierto. En otros pagos bastaría para elevar a los altares al equipo como mejor equipo de la historia y a sus jugadores como los mejores del mundo. De hecho, ya lo hacen con bastante menos. No se si me he malacostumbrado. Nos han dado mucho caviar y no nos conformamos con menos. Los 5 goles de ayer me dejaron un regusto agridulce. El equipo mostró una altísima eficacia, algo, por otra parte, bastante inusual en un colectivo amante de rizar el rizo hasta entrar en la portería contraria a golpe de taconazo, tuneles por doquier y adornos incomparables. El resultado es inatacable. Las cifras (9 de 9, 10 goles a favor y 2 en contra), también. Pero empiezo a tener sensaciones extrañas. Las cosas nos van de cara (!goles a balón parado! ante el Sporting, postes del Getafe con 0-0, marcador a favor ante los del Manzanares a los 2 minutos), pero advierto síntomas que me recuerdan al Barça de la temporada 2006-07, la 4ª de Rikjaard, la posterior a la Liga y Champions de Ronaldinho y cía.. Ya se que es un sacrilegio, pero...
Aquella temporada la iniciamos barriendo a los pericos en la Supercopa de España, nos estrellamos en Monaco ante el Sevilla pero tomamos el liderato en la Liga. En la 1ª vuelta el equipo se mantuvo al frente de la clasificación, jugando con menor brillantez que el año anterior pero agarrándose a los fogonazos de sus estrellas y al respeto que infundía a sus rivales. La derrota en la Intercontinental fue el detonante que nos empujó a una pendiente sin freno que acabó con la Liga regalada al peor Madrid en muchos años.
Sobre el papel estamos mejor. No solo por haber ganado la Supercopa europea, sino, sobre todo, por que el entrenador se empeña en recordar a todo el mundo que nada esta hecho, que esta temporada es la más difícil, que la exigencia es máxima. Pero el entorno (socios, prensa) sigue/seguimos eufórico/s, en la nube en la que nos dejó el insuperable mes de mayo de 2009, aquel que nos permitirá, futbolísticamente, morirnos en paz tras haber disfrutado de la secuencia de triunfos soñada.
Pero, sin ánimos de ejercer de culé pesimista, intuyo que algo no acaba de funcionar. La presión del trio atacante no existe -cuando Pep alaba el trabajo de los puntas está evitando que se le pregunte al respecto-, el rival puede llevar el balón cómodamente hasta su centro del campo y la recuperación se produce en nuestra zona defensiva, mucho más lejos del marco ríval y con poca capacidad de sorpresa. Hay jugadores inadaptados (Ibra, pese a sus goles, apenas interviene en el juego; Maxwell hace a Abidal titular indiscutible; Chigrinsky, aunque transmite calma, requiere de mayor conocimiento de los mecanismos defensivos del equipo), otros fuera de forma (Iniesta tierno -el 2º gol del Atlético nace de un balón aereo que le envia Valdés y que no hace ni mención de disputar; Marquez, recien reaparecido) y alguno más en retroceso respecto al año pasado (Henry empieza a parecerse peligrosamente al de hace dos temporadas, quejándose con gesticulacionies excesivas si no le envían pelotas al espacio y aplicando luego la ley del mínimo esfuerzo para ir a buscarlas; Busquets, empeñado en que no haya discusión sobre la jerarquía de Touré en el mediocentro defensivo; ¿le bajarán la ficha al de Badia ahora que su rendimiento va a menos partido a partido?).
Dicho esto, el equipo sigue ganando. Normal. Tiene cracks indiscutibles que siguen a su nivel (Messi, Xavi, Piqué, Alves, Puyol, Valdés), jugadores que con sus apariciones colaboran (Keita -mejorado respecto al curso pasado-, el mismo Ibra, Pedro) y, sobre todo, tiene algo impagable: el RESPETO, INTIMIDACIÓN, MIEDO, PAVOR, PÁNICO, llamémosle como queramos, que provoca en los rivales. Estos salen convencidos de la derrota. Su principal objetivo es el empate y, en su defecto, una derrota honrosa. El objetivo, evitar la humillación. No pocos equipos han sido estrellas invitadas pasivas de videos que dan la vuelta al mundo con los highlights del equipo más espectacular que el mundo del fútbol ha visto -salvo en la dimensión paralela que vive el Madrid de las fantasías-. Y por ello aspiran a poco más.
El equipo tiene mucho margen de mejora, especialmente si los jugadores aun inadaptados o fuera de forma regresan. Pero hará falta algo más. Básicamente recuperar el espíritu de sacrificio que caracterizó el Pep Team 2008-09. Los rivales nos temen por como jugábamos. No podemos levantar el pie del acelerador, no podemos dejar las cosas simplemente a la inspiración. Si lo hacemos seguiremos ganando partidos pero no trofeos. La línea entre un buen equipo y un equipo colosal está en el sacrificio y la solidaridad en el esfuerzo, en la anteposición del colectivo a los egos personales. Si lo fiamos todo al qué buenos somos, acabaremos pinchando... y Johan tendrá razón.
viernes, 4 de septiembre de 2009
Evidencias merengues
Los últimos días del mercado futbolístico estival nos han dejado tress evidencias en clave madridista: Pellegrini no pinta nada y Florentino estira más el brazo que la manga. No hay otra conclusión posible para explicar el traspaso de Sneijder y Robben y la frustrada contratación del tanats veces anunciado Scarface Ribery.El técnico chileno es, simplemente, un mindundi. El ser superior, que buscaba un mister con glamour, pensó primero en el elegante y políglota Wenger. Ante las calabazas del entrenador del Arsenal, quiso a Ancelotti. Pero el italiano, serio y formal, ya tuvo bastante con Berlusconi como para someterse a su alter ego hispano. Después pensó en Mourinho -elegante en la vestimenta, zafio en las formas y, en todo caso, una provocación para el Barça, algo ideal para aplacar la barcelonitis que ahoga a Florentino- y le salió rana, probablemente por que el portugués exige libertad total y no acepta injerencias. Finalmente, aconsejado por el rapsoda Valdano, se inclinó por Pellegrini. Al fin y al cabo también es elegante en el vestir, tiene buen porte y habla razonablemente bien. Suficiente para ser entrenador del Madrid, ¿no Del Bosque?
A la hora de fichar galácticos (Kaka, CR, Benzema), ni contaron con Pellegrini. De hecho, ni se le consultó. Estaba de vacaciones y no se le invitó ni para la presentación. Después, en plena pretemporada, en voz baja, señaló que le faltaban jugadores para ciertas posiciones y le sobraban otros. Pronto se le acalló. ¿Qué se habrá creido este tio? debió pensar el Sr. Pérez. Y cuando, pese a la presión de Valdano, Pardeza y compañía, se le ocurrió confesar que Sneijder y Robben podrían ser útiles, los dos traspasados en 24 horas. Y a callar.
Ahora Pellegrini deberá demostrar si le queda algo de orgullo o simplemente ha sucumbido bajo el peso de los euros. El clamor de la prensa afin al caudillo blanco impone alineaciones, cuestiona jugadores (Drenthe, Mamadou Diarra), ensalza mediocridades (Gago) y se convierte en el altavoz del presidente. Pellegrini se enfrenta a una disyuntiva trágica -para él-: alinear a los que le manden o ser coherente con sus principios -recordemos, fútbol de combinación, pausa, renuncia al patadón, escasa predisposición al contrataque-, dejando en el banquillo a jugadores inadaptados -CR-, acabados -Raul, por más que mantenga el olfato goleador- o simplemente dañinos -Guti-. Le va el puesto. Se aceptan apuestas.
Y, paralelamente a ello, se constata que no es oro todo lo que reluce. El-presidente-
que-se-vanagloria-de-pagar-más-que-nadie, curiosa manera de encarecer fichajes hasta el infinito, todo ello con el único objetivo de satisfacer su vanidad y deslumbrar a una afición humillada por los chorreos culés, se ve obligado a vender -perdiendo 20 millones de euros, por cierto- a dos jugadores para arreglar la tesorería del Bernabeu. Ello pone en evidencia que los galácticos solo fueron posibles con el megapelotazo de la Ciudad Deportiva (patrimonio por jugadores, no confundir con patrimonio por patrimonio), con la escandalosa aquiescencia de los políticos de la capital, con Aznar al frente, sí, pero los demas partidos encantados.Ni hacedor de milagros ni empresario modélico. Traficante de influencias con ego hipertrofiado. Ahora, sin pelotazo a la vista, a vivir de los créditos que sus amigos políticos -los mismos que entonces- imponen a las entidades financieras controladas por los partidos (Cajamadrid).
Y es que Florentino espera como agua de mayo la nominación olímpica de Madrid 2016. Con ella, recalificación del Bernabeu y construcción de un nuevo estadio -sufragado por el erario público, por supuesto- a utilizar gratuitamente por el Real. Y para que callen los colchoneros, recalificación del Manzanares y el estadio de la Peineta para ellos. Todos contentos y más fichajes rutilantes. Ribery, Cesc, Messi, Iniesta y el que quieran. Lo dicho: mi voto a favor de Madrid 2092, coincidiendo con el centenario de los JJOO de Barcelona...
Y finalmente, la 3ª constatación: mientras su equipo sufre para derrotar a un flojo Depor, la afición merengue constata como el Barça suma y sigue, dos títulos más al saco, Europa -no España- absolutamente rendida a su estilo... y como colofón, van a Youtube y se encuentran la Final Champions 2010...
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