lunes, 28 de diciembre de 2009

OTRA HUMILLACIÓN...

Realmente ser merengue debe estar convirtiéndose en un suplicio. Vaya añito.

Pese a las campañas mediáticas descaradas de la prensa servil de la capital (recordemos el cagómetro, los dodotis y demás puerilidades), el Barça arrasó en la primera mitad de año, haciéndose con la Copa del Rey -ese torneo donde el Madrid ha encadenado humillaciones sonrojantes ante Real Unión de Irún primero y Alcorcón después-, sentenció la Liga con una victoria histórica en el Bernabeu -en una humillación colosal, a domicilio, sin paliativos- y acabó rematando con la Champions, esa competición que en que el Madrid se ha abonado a ser eliminado en octavos -y va un lustro-, humillado en este caso por el Liverpool, el del famoso chorreo.

Pero la cosa no acaba aquí. Pensaron que con Florentino y sus millones -ojo, nunca son suyos, una vez fue la recalificación al amparo del PP de la Ciudad Deportiva y la otra los préstamos de sus amigos de la Banca- volverían a arrasar.

Pero no. De momento, mal que les pese, observan impotentes como el Barça encadena trofeos (Supercopas y Mundialito) hasta convertirse indiscutiblemente en el mejor equipo del mundo, sufren viendo a Messi reconocido como mejor jugador del planeta, Balón de Oro, FIFA World Player, con Xavi e Iniesta como escuderos, y en la Liga no les queda más remedio que seguir la estela culé (¿qué decían esta gente del retrovisor?).

Y, por si fuera poco, va el equipo de basket del Barça y les inflige la mayor paliza a domicilio de la historia. Como algunos han escrito, el 2-6 del basket, una humillación histórica.

Analizando en profundidad el partido de Vistalegre y los prolegomenos uno detecta numerosos paralelismos con el pasado. Se demuestra que el madridista es el único colectivo capaz de hacer el ridículo más estrepitoso dos veces en un año.

Basta recordar el proceso constuctivo del Madrid de basket de este año:
– Se fichó a Messina, el entrenador con el segundo mejor currículo de Europa -al primero, Obradovic, lo tuvieron y lo echaron tras ganar la última Final Four, hace ya 15 años-. Todo el mundo de rodillas por favor, toda la prensa a sus pies. Se utilizó a Messina para descalificar a Pascual por inexperto, justo cuando acababa, contra pronóstico, de ganar la ACB.
– Se fichó a Velickovic, que autodefinió su juego, el día de su presentación, como el de Kukoc. ¿Alguien le vió frente al Barça?
– Se fichó a Prigioni, un jugador ya en el ocaso de su carrera, incapaz de resistir más de 20´ en cancha, convencidos de convertirlo en el timonel blanco. ¿Jugó?
– Se fichó a Lavrinovic, a Hansen, a Dasic, a Garbajosa -colchonero reconocido, va y se le ocurre reconocer al final del partido que el Barça es el mejor equipo de Europa-, a Kaukenas, a Sergi Vidal y ahora a Jaric. ¿Para qué?
– Se quiso fichar a Ricky Rubio. Se infló el globo una vez más desde Madrid. Se anunció a bombo y platillo un preacuerdo con el equipo blanco. Florentino el todopoderoso lo llamó personalmente. Pero Ricky rechazó la oferta, como lo hizo -por temas tanto económicos como geográficos (la inóspita Minnesota tampoco es Barcelona)- con la NBA. Y no se le ocurrió otra cosa que irse al Barça. ¿Por qué? Simplemente por competitividad -el mejor equipo ACB- y por comodidad -quedarse en casa-. Tanto monta, monta tanto. Desde la capital lo tomaron como una afrenta y las descalificaciones en la prensa han sido constantes (sobrevalorado, sin tiro, niñato malcriado...). En la humillación del 27-D han descubierto quien es Ricky.

El Barça pasó por encima de los blancos. Messina empezó chillando -¿no era este la elegancia personificada?- a los árbitros y acabó hundido como su ¿equipo?. Sus estrellas desaparecieron, Bullock escondido como en todos los partidos importantes, Velickovic incomparecido, Prigioni pidiendo plaza en el geriátrico y los demás haciendo lo que podían. Solo Lavrinovic y el proscrito Dasic -al que van a dar de baja cuando se recuperen los lesionados- salvaron la cara.

Pero no hay de qué preocuparse. El madridismo oficialista, el que vive al amparo de la prensa madrileña, ya ha encontrado su excusa en las lesiones. Resulta ahora que los jugadores clave de este Madrid llamado a hacer historia, del que semana sí, semana también, se ha escrito que estaba batiendo records de imbatibilidad (¿como van ahora? ¿cuantos veces han jugado contra el Barça? ¿0-3?), eran los lesionados Llull, Felipe Reyes y Van der Spiegel, además de Hansen.

Basta de engañar al personal. Tres de los cuatro jugadores ausentes eran miembros de la plantilla blanca del año pasado.

De ellos Llull es el único que este año tenía continuidad, más que nada para dar descanso al retirable Prigioni. Y, sinceramente, si la solución a los problemas del Madrid es Llull podemos respirar. Es habitual que el madridismo ensalce cualquier gesta. Pero convertir a Llull en candidato inminente a la NBA es rozar la esquizofrenia. Básicamente es un escolta potente, con tiro irregular, gran finalización de contraataque y cuestionable capacidad de dirección -estilo Lakovic en ese aspecto-. ¿Este es el gran base que echó en falta el Madrid?

Más importante se me antoja la baja de Felipe Reyes, el auténtico corazón del Madrid. Pese a que en Madrid se silencie el tema, me resulta bastante obvio que Messina no cree en él. Prefiere jugadores más grandes, más atléticos, más versátiles. Felipe es un 5 encerrado en un cuerpo de 4. Aunque ha mejorado notablemente su lanzamiento de 4-5 metros, no tiene la movilidad de Velickovic, la auténtica apuesta de Messina. Visto que está verde para jugar de 3, lo va a utilizar como 4 móvil. ¿Quién es el perjudicado? Blanco y con (mala) leche, Reyes.

De Van der Spiegel, mejor ni hablar. De los hombres altos del CSKA Moscú que han abandonado recientemente el equipo -recordemos, dirigido por Messina-, uno al Madrid (VdS) y dos al Barça (Lorbek y Morris). ¿Hace falta decir nada más?

En definitiva, el Barça le dió una soberana lección al Madrid. En plenas fiestas, sin fútbol, con el ambiente caldeado, con la cantinela de enfrentarse los dos mejores equipos de Europa -ahora uno está claro, el otro también... que no lo es-, solo hubo un equipo. El Barça se mostró arrollador, sin dependencia de nadie -para los que siempre hablan de Navarro, ayer reconoceran que fue más lastre que solución-, con una defensa implacable, dominando el rebote, taponando hasta la humillación (ver Morris a Velickovic), controlando el ritmo (gran Ricky), dando espectáculo (alley-hoop por doquier) y sentando cátedra, Pascual vs Messina.

El 2009 ha acabado, también en basket, con una humillación histórica. El madridismo ha sufrido en sus carnes la ira desatada de su principal rival, quien una y otra vez se ha encargado de derrotarle, recordándole su jerarquía. Y yo me he quedado descansado. Hasta ocho veces me ha salido la palabra de moda: HUMILLACIÓN. Ya son nueve...

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