lunes, 13 de septiembre de 2010

¿SOLO UN ACCIDENTE?

Alegría merengue en todos los foros de internet. El Barça cayó claramente y sin excusas ante el Hercules y muchos celebran, ahora sí, el fin de un ciclo. Con un punto de ventaja y el imbatible Mou casi dan la Liga por cerrada.

Hace dos temporadas, la más gloriosa de la historia culé, el Barça arrancó la era Guardiola con derrota ante otro recién ascendido (Numancia) y empate en el Camp Nou ante un flojo Racing. Muchos cuestionamos al míster, a los jugadores, a la imprudencia de Laporta por darle la responsabilidad a un filósofo -gracias Ibra por tu mayor aportación, curiosamente lingüística, a la historia del club- sin experiencia. Y el tiempo nos puso a todos, a la gran mayoría de la masa blaugrana, entorno incluido, en nuestro sitio. Por tanto, el batacazo contra los alicantinos es, esencialmente, eso. Un accidente, tres puntos al carajo. Punto y seguido.

No obstante, el partido me dejó algunas sensaciones desagradables, algo indeterminadas. Un poco deja vu. Tras vapulear al Sevilla en la Supercopa recordé lo ocurrido con el Barça de Rijkaard tras pasar por encima de los pericos en la edición inmediatamente siguiente a la temporada de Liga y Champions de Paris. Aquella temporada empezó como acabó la anterior pero el equipo entró en una deriva de autocomplacencia que llevó a su descomposición. Como culé sufridor casi prefiero no ganar la Supercopa de forma sobrada, no sea que nos confiemos.

Frente al Hercules empecé a sudar. Hacía calor, es verdad. El horario infantil tiene estos inconvenientes. Pero creo que fue el recuerdo de nuestra histórica capacidad de repetir errores lo que me angustiaba. Necesito decirlo, expulsar este alien de mi mente para conjurar la posibilidad de estar en lo cierto. Leo que Guardiola no duda del equipo, que los ve entrenar y que se siente seguro de su respuesta. Pues yo también. Me quito de la cabeza esta teoría extraña que enlaza Supercopas espectaculares con años decadentes. Delirios de culé.

Ahora bien, no puedo dejar de opinar que ante el Hercules vi al peor Piqué desde que juega en el Barça, a Bojan volviendo a su mediocre realidad -esa de la que pareció salir los cuatro últimos partidos de la pasada liga-, a un Messi desaparecido y un punto indolente, a un equipo cuyo único recurso en la segunda parte fue buscar al siempre dinámico Pedro, a una defensa convertida en coladero cuando desapareció la figura del medio-centro defensivo (esa posición denostada por el snobismo culé de nuevo cuño que abomina de cualquier jugador con predominio del juego destructivo-defensivo-agresivo) con el cambio de Mascherano, a unos nuevos (especialmente Adriano y el propio Masche) que, más allá del resultado, apuntaron capacidad de intergrarse en el equipo sin problemas, a un Valdés majestuoso cuyas intervenciones ayer quedarán en segundo plano por la derrota... Y a un entrenador que, ayer sí, fue superado en buena lid por su rival. El Boqueron plantó bien organizado a su equipo pero no renunció a salir a la contra cuando pudo, intentándolo hacer con criterio. Cierto es que sus dos primeras llegadas al área del Barça pusieron el 0-2 en el marcador. Pero no es menos cierto que hasta ese momento las ocasiones locales habían sido escasas y, cuando claras, malogradas por Bojan a un metro de la línea, en fallos clamorosos que hubiesen generado el descabello de aquel sueco que hace poco recibía todas las criticas de la culerada. Y después la impotencia absoluta para abrir la lata. Para olvidar.

En todo caso, nos quedamos en que fue sólo un accidente. Mejor que sea así... aunque ahora nos toca visitar el Calderón, donde Forlán nos marcará como siempre y estaremos a cuatro de los merengues. Ya vuelvo a pecar de pesimismo, lo siento...

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