miércoles, 3 de diciembre de 2008

QUE SIGA LA FIESTA



Pasó el Barça por Sevilla y se rindió toda la prensa andaluza. El conjunto azulgrana demostró, en uno de los campos más exigentes, frente a uno de los gallitos de la competición, que definitivamente vive instalado en un nivel superior, atemorizando a los rivales a golpes de efectos (goleadas por doquier, autoridad en la Champions, mono de trabajo en campos embarrados) y superando contratiempos (lesión de Iniesta, empate en casa ante Basilea o Getafe) que en otros tiempos pudieron provocar zozobra.

Una vez más cabe reconocer a Guardiola como auténtico artífice del milagro. Con una plantilla corta en efectivos -sigo poniendo cirios a todos los santos por la musculatura de Messi-, sin fichajes de relumbrón -salvo Alves- y con muchos jugadores heredados de los dos años más ultrajantes de las dos últimas décadas, ha conseguido recuperar el buen juego y los mejores resultados, la ilusión del culé -ahora solo falta que llenemos el Camp Nou- y la admiración general. Sinceramente, los escépticos tenemos que retractarnos, flagelarnos públicamente si hace falta y reconocer que a la habilidad para diagnosticar situaciones y el conocimiento del club se une, en el caso de Pep, una claridad de conceptos futbolísticos y una notable capacidad de toma de decisiones que, aun y con tintes cruyffistas -en ciertas alineaciones pintorescas- consolidan su prestigio como entrenador.


Hasta donde llegará el respeto que levanta este Barça que hasta los árbitros lo respetan. La temporada pasada el choque entre Piqué y Kanoute hubiese sido señalado como penalty. Este año, ante la duda, se barre para el equipo que destaca. El año pasado, cuando el equipo daba tumbos, cualquier árbitro de medio pelo se atrevía (gol fantasma en Huelva, lamentable actuación de Pérez Burrull sumándose a la celebración del título merengue en el Bernabeu -por cierto, el mismo individuo que perdonó tres o cuatro penalties en la derrota blanca en Getafe-, etc.). Cuando el viento sopla a favor hasta los árbitros ayudan...

Llegados a este punto y en vistas que el pronóstico de hace quince días va camino de cumplirse, preparémonos para empezar a oir que esta Liga es muy floja, que no hay equipos de nivel, que ni Liga de las estrellas ni nada, bla, bla, bla. El pobre recurso de los que hace cinco jornadas se ilusionaban con cinco equipos casi empatados en la clasificación. Lo cierto es que si el Barça cumple en sus dos partidos de casa (sendas victorias) y saca un simple empate en Villarreal solo existirá emoción por saber si el Madrid le hará el pasillo al Barça antes del duelo en el Barnabeu -apunten, 3-Mayo- o si será el día elegido para una nueva goleada que proclame matemáticamente campeón al Barça...

Y mientras el Barça se pasea, el Madrid sigue con su via crucis. Fuera de la Copa, a una eliminatoria de quedar fuera de la Champions y en puertas de perder la Liga. Con un entrenador pidiendo que lo despidan -¿como puede entenderse si no que diga que no duele ser barrido por el Getafe o que el resultado es corto?-, con una plantilla en descomposición en lo moral -jugadores enfrentados, falta de respeto en el cesped- y en lo físico -¿cuantas lesiones a estas alturas?-, sin jugadores de referencia que tiren del equipo, con un portero que se las traga -no preocuparse, seguirá fijo en la selección, incluso con Raul, protegidos por el guardia civil chusquero Del Bosque y Bubu “no sabes como jodernos” Hierro-, un presidente haciendo el ridículo con sus fichajes frustrados -Kaka, Cesc, Cristiano Ronaldo- y con los realizados -Robben, el otro Overmars- y un secretario técnico -Pedja- que hace bueno a Txiki -ya es méritorio, ya-. Casi como el Barça... del año pasado. Que siga la fiesta.

Y el Español va cumpliendo los vaticinios que hice a finales de septiembre, cuando el Barça les dió un baño de juego y solo la fortuna y el árbitro impidieron que les ganaramos con mayor claridad. En aquel momento, con el Español bien clasificado tras su positivo arranque, pronostiqué que a final de temporada llorarían. Van camino de ello. Un club sin proyecto, con un presidente al que se le perdonan todas las sandeces y meadas fuera de tiesto del mundo por que es un simpático dicharachero berbechero, un entrenador -el saliente- que pretendía jugar al ataque con una plantilla cuya columna vertebral la componen un portero con los dos pies fuera del club -¿Barça?-, un central prometedor lesionado (Pareja), un organizador tan brillante -solo en ataque- como ausente -¿alcanzará los 10 partidos este año?- y un delantero acabado que ya no marca ni de penalty no puede aspirar a gran cosa. Si no cambian las cosas, a sufrir y confiar en el gol de Corominas -jugador de 2ª división, cuya continuidad solo se explica como pago por los servicios prestados en forma de goles salvadores, estilo Belleti- en el último minuto. Entre la marcha deportiva, la crisis económica y los accesos por construir, más vale que no inauguren todavía el nuevo estadio -por cierto, ¿cual es la marca global que va a dar su nombre al estadio?-. Así, al menos, Sanchez Llibre podrá seguir sin marcharse...

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