Superado el partido de ida de Champions con empate sin goles ante el Chelsea, muchos culés viven angustiados, mascullando un “no guanyarem res” como reflexión definitiva ante una especie de providencia adversa empeñada en emborronar una temporada de ensueño.
Y, recordando al Laporta de hace un año -!cómo pasa el tiempo y cuánto cambian las cosas!-, deberiamos decir que no estamos tan mal, hombre. Pero el “neguit” culé -lo que en Madrid llaman canguelo- existe, haciendo que, lejos de soñar con el triplete -ayer tan próximo, hoy lejano-, el seguidor blaugrana se torture ante una concatenación de resultados imaginarios (derrota en Madrid, derrota en Londres, nervios desbocados, derrota ante el Bilbao, pérdida de puntos en la Liga...) que nos lleven a una nueva temporada en blanco, con el Madrid otra vez campeón de Liga.
Que levante la mano el culé al que no se le haya pasado más de una vez este escenario por la cabeza en los últimos días. Pero tan cierto es que se puede perder todo como ganarlo. De hecho, a corto plazo, basta con dos simples empates, ese resultado tan despreciado por su escaso botín, en el que el Barça se ha especializado últimamente. Pues sí, después de considerar insuficiente el empate en Mestalla -especialmente tras el resultado del Sevilla-Madrid- y ante el Chelsea, resulta que simplemente repitiendo ambos resultados dejariamos la Liga sentenciada y sacariamos billete para Roma.
Vayamos por partes. Ante el clásico, quien más tiene a perder es el Madrid. Para empezar y acabar, la Liga. El Barça solo puede perder ventaja (3 puntos o, en un escenario de descalabro, 3 más el goal-average). Ni siquiera el liderato. El calendario inminente es más benévolo para el Barça (Villarreal y Osasuna en el Camp Nou y Mallorca y Depor a domicilio) que para el Madrid (solo Mallorca en casa y desplazamientos consecutivos a Valencia y Villarreal, para cerrar en el Reyno de Navarra). Todo ello obliga al Madrid a ganar al Barça. ¿Y como lo hará? Si juega al ataque -¿sabe?-, el Barça puede hacerle un roto. Si juega a la contra, el Barça puede tocar y tocar. Si juega agresivo como en el partido de la 1ª vuelta... depende del árbitro. Pero en cualquier caso quien parte con ventaja -sin entrar en calidades futbolísticas de unos y otros- es el Barça. El colchón de puntos merecidamente acumulado sirve precisamente para plantear este partido de forma menos desesperada, con la cabeza más fria. Por tanto, el culé no debe sufrir... al menos antes del partido.
Respecto al partido de Stamford Bridge, a sufrir, sí, pero con posibilidades firmes. No diré aquellas sandeces que es mejor un 0-0 en la ida que un 2-1, pero siendo malo el resultado, es el mejor de los malos resultados posibles -entendidos como empates o derrotas-. Creo que el elemento crítico del partido en Londres será aguantar el chaparrón de los primeros 20 minutos, donde el temeroso Chelsea de la ida se transformará en agresivo bulldozzer con ánimo de atropellar literalmente a los blaugrana, jugadores, salvo muy honrosas excepciones, físicamente inferiores. Si aguantamos la avalancha sin daños (0-0), se abrirá un nuevo escenario, trasladando el pánico a las filas locales, que necesitarán perentoriamente 2 goles -esta es la clave- para respirar tranquilos. Y es que al Barça le ha de dar igual -bueno, casi igual- que le marquen un gol. Tanto da un 0-1 que un 1-1. Un gol del Barça pondría al Chelsea contra las cuerdas tanto con el empate inicial como con ventaja mínima inglesa. Y ese gol puede llegar, no hace falta perder la cabeza, en cualquier momento. Y la angustia local, el miedo a perder otra Champions -tras la desgracia de Terry del año pasado-, el recuerdo de la eliminación ante el Barça el día en que del Jorno firmó su finiquito, jugarán a favor nuestro. Ahora bien, hace falta resistir como sea la acometida inicial. Y empezar a tocar, fieles al estilo que hemos impuesto, el que convirtió en el Camp Nou a Hiddink en otro exponente del futbol-miseria, aquel que tiene por profetas a Pochettino y Juande, el que tiene como mandamientos básicos la patada al tobillo, la pérdida de tiempo, la simulación de lesiones...
Fácil no hay nada. Pero imposible tampoco. Esperar que el Barça consiga, al menos, dos empates, no es exagerado. Y además, el primero daría alas para el segundo. Y este devolvería la euforia a la culerada. Y la semana que viene tendriamos que pedir tranquilidad para no caer en triunfalismos excesivos de cara a la final frente al Manchester, en la cual vapuleariamos al chulo-putas de CR7 justo antes de su fichaje por el Madrid...
jueves, 30 de abril de 2009
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