lunes, 28 de diciembre de 2009

OTRA HUMILLACIÓN...

Realmente ser merengue debe estar convirtiéndose en un suplicio. Vaya añito.

Pese a las campañas mediáticas descaradas de la prensa servil de la capital (recordemos el cagómetro, los dodotis y demás puerilidades), el Barça arrasó en la primera mitad de año, haciéndose con la Copa del Rey -ese torneo donde el Madrid ha encadenado humillaciones sonrojantes ante Real Unión de Irún primero y Alcorcón después-, sentenció la Liga con una victoria histórica en el Bernabeu -en una humillación colosal, a domicilio, sin paliativos- y acabó rematando con la Champions, esa competición que en que el Madrid se ha abonado a ser eliminado en octavos -y va un lustro-, humillado en este caso por el Liverpool, el del famoso chorreo.

Pero la cosa no acaba aquí. Pensaron que con Florentino y sus millones -ojo, nunca son suyos, una vez fue la recalificación al amparo del PP de la Ciudad Deportiva y la otra los préstamos de sus amigos de la Banca- volverían a arrasar.

Pero no. De momento, mal que les pese, observan impotentes como el Barça encadena trofeos (Supercopas y Mundialito) hasta convertirse indiscutiblemente en el mejor equipo del mundo, sufren viendo a Messi reconocido como mejor jugador del planeta, Balón de Oro, FIFA World Player, con Xavi e Iniesta como escuderos, y en la Liga no les queda más remedio que seguir la estela culé (¿qué decían esta gente del retrovisor?).

Y, por si fuera poco, va el equipo de basket del Barça y les inflige la mayor paliza a domicilio de la historia. Como algunos han escrito, el 2-6 del basket, una humillación histórica.

Analizando en profundidad el partido de Vistalegre y los prolegomenos uno detecta numerosos paralelismos con el pasado. Se demuestra que el madridista es el único colectivo capaz de hacer el ridículo más estrepitoso dos veces en un año.

Basta recordar el proceso constuctivo del Madrid de basket de este año:
– Se fichó a Messina, el entrenador con el segundo mejor currículo de Europa -al primero, Obradovic, lo tuvieron y lo echaron tras ganar la última Final Four, hace ya 15 años-. Todo el mundo de rodillas por favor, toda la prensa a sus pies. Se utilizó a Messina para descalificar a Pascual por inexperto, justo cuando acababa, contra pronóstico, de ganar la ACB.
– Se fichó a Velickovic, que autodefinió su juego, el día de su presentación, como el de Kukoc. ¿Alguien le vió frente al Barça?
– Se fichó a Prigioni, un jugador ya en el ocaso de su carrera, incapaz de resistir más de 20´ en cancha, convencidos de convertirlo en el timonel blanco. ¿Jugó?
– Se fichó a Lavrinovic, a Hansen, a Dasic, a Garbajosa -colchonero reconocido, va y se le ocurre reconocer al final del partido que el Barça es el mejor equipo de Europa-, a Kaukenas, a Sergi Vidal y ahora a Jaric. ¿Para qué?
– Se quiso fichar a Ricky Rubio. Se infló el globo una vez más desde Madrid. Se anunció a bombo y platillo un preacuerdo con el equipo blanco. Florentino el todopoderoso lo llamó personalmente. Pero Ricky rechazó la oferta, como lo hizo -por temas tanto económicos como geográficos (la inóspita Minnesota tampoco es Barcelona)- con la NBA. Y no se le ocurrió otra cosa que irse al Barça. ¿Por qué? Simplemente por competitividad -el mejor equipo ACB- y por comodidad -quedarse en casa-. Tanto monta, monta tanto. Desde la capital lo tomaron como una afrenta y las descalificaciones en la prensa han sido constantes (sobrevalorado, sin tiro, niñato malcriado...). En la humillación del 27-D han descubierto quien es Ricky.

El Barça pasó por encima de los blancos. Messina empezó chillando -¿no era este la elegancia personificada?- a los árbitros y acabó hundido como su ¿equipo?. Sus estrellas desaparecieron, Bullock escondido como en todos los partidos importantes, Velickovic incomparecido, Prigioni pidiendo plaza en el geriátrico y los demás haciendo lo que podían. Solo Lavrinovic y el proscrito Dasic -al que van a dar de baja cuando se recuperen los lesionados- salvaron la cara.

Pero no hay de qué preocuparse. El madridismo oficialista, el que vive al amparo de la prensa madrileña, ya ha encontrado su excusa en las lesiones. Resulta ahora que los jugadores clave de este Madrid llamado a hacer historia, del que semana sí, semana también, se ha escrito que estaba batiendo records de imbatibilidad (¿como van ahora? ¿cuantos veces han jugado contra el Barça? ¿0-3?), eran los lesionados Llull, Felipe Reyes y Van der Spiegel, además de Hansen.

Basta de engañar al personal. Tres de los cuatro jugadores ausentes eran miembros de la plantilla blanca del año pasado.

De ellos Llull es el único que este año tenía continuidad, más que nada para dar descanso al retirable Prigioni. Y, sinceramente, si la solución a los problemas del Madrid es Llull podemos respirar. Es habitual que el madridismo ensalce cualquier gesta. Pero convertir a Llull en candidato inminente a la NBA es rozar la esquizofrenia. Básicamente es un escolta potente, con tiro irregular, gran finalización de contraataque y cuestionable capacidad de dirección -estilo Lakovic en ese aspecto-. ¿Este es el gran base que echó en falta el Madrid?

Más importante se me antoja la baja de Felipe Reyes, el auténtico corazón del Madrid. Pese a que en Madrid se silencie el tema, me resulta bastante obvio que Messina no cree en él. Prefiere jugadores más grandes, más atléticos, más versátiles. Felipe es un 5 encerrado en un cuerpo de 4. Aunque ha mejorado notablemente su lanzamiento de 4-5 metros, no tiene la movilidad de Velickovic, la auténtica apuesta de Messina. Visto que está verde para jugar de 3, lo va a utilizar como 4 móvil. ¿Quién es el perjudicado? Blanco y con (mala) leche, Reyes.

De Van der Spiegel, mejor ni hablar. De los hombres altos del CSKA Moscú que han abandonado recientemente el equipo -recordemos, dirigido por Messina-, uno al Madrid (VdS) y dos al Barça (Lorbek y Morris). ¿Hace falta decir nada más?

En definitiva, el Barça le dió una soberana lección al Madrid. En plenas fiestas, sin fútbol, con el ambiente caldeado, con la cantinela de enfrentarse los dos mejores equipos de Europa -ahora uno está claro, el otro también... que no lo es-, solo hubo un equipo. El Barça se mostró arrollador, sin dependencia de nadie -para los que siempre hablan de Navarro, ayer reconoceran que fue más lastre que solución-, con una defensa implacable, dominando el rebote, taponando hasta la humillación (ver Morris a Velickovic), controlando el ritmo (gran Ricky), dando espectáculo (alley-hoop por doquier) y sentando cátedra, Pascual vs Messina.

El 2009 ha acabado, también en basket, con una humillación histórica. El madridismo ha sufrido en sus carnes la ira desatada de su principal rival, quien una y otra vez se ha encargado de derrotarle, recordándole su jerarquía. Y yo me he quedado descansado. Hasta ocho veces me ha salido la palabra de moda: HUMILLACIÓN. Ya son nueve...

domingo, 20 de diciembre de 2009

CAMPEONES DE TODO


We are the Champions of the World. Cuantas veces habremos oido tararear la canción de Queen en la celebración de cualquier triunfo deportivo. Pero la realidad es solo esta: el Barça se ha consagrado oficialmente como el mejor equipo del mundo en el 2009, ganándolo absolutamente todo. Si hubiese perdido ante los pincharratas, algunos hubiesen puesto en duda la legitimidad de tal consideración, aunque para cualquier conocedor del mundo del fútbol siguiendo siendo obvia la legitimidad de la supremacía culé. De todas maneras, mejor así.

Con todo, creo que de la final frente a los correosos y, a ratos, odiosos argentinos de Estudiantes de la Plata, se pueden extraer algunas reflexiones.

Por una parte, que Messi es el mejor jugador del planeta. Su gol de ayer, con el escudo del Barça, con el corazón, simboliza el deseo de victoria, la ambición. El partido estaba en el momento propicio para asestar al agotado conjunto argentino el golpe definitivo, mientras los penalties se perfilaban en el horizonte. Nadie lo reconocerá, pero los culés aguantabamos la respiración deseando evitar la suerte fatídica desde los 11 metros, donde enterramos tantas ilusiones en el pasado. Cualquiera podía haber marcado el gol definitivo. Pero tuvo que ser Messi. Seguramente ese gol, por su estética, tan lejana al virtuosismo habitual del crack, tan cargado de ansiedad, de deseo y de rabia tenga mucho de liberador para Leo, confirmando una vez más -por si hiciera falta- que es el mejor.

Pero sí era necesario que lo confirmase a los argentinos, derrotando dolorosamente a su representante en la competición. Basta de farsas, de entrenador grotesco ejemplo de casi nada utilizando a Messi como cabeza de turco para ocultar su incapacidad como técnico, de periodistas charlatanes vendiendo humo en forma de jugadores mediocres y negando el pan y la sal a la pulga solo por el hecho de no haber crecido en Boca o River.

Y lo mismo hay que decir respecto a la corriente de opinión de la prensa española -esa sí es una caverna mediática que persigue al Barça- empeñada en negar la realidad. ¿Donde está Robben? ¿No ha podido fichar Florentino, ese ser superior, al mejor? ¿No tiene al metrosexual Cristiano y al ultrareligioso Kaka? ¿ Y no son los mejores? La última, montarse una encuesta para decidir que el FIFA World Player hay que dárselo...!a Xavi! Todo, incluso reconocer la excelente trayectoria del jugador de Terrassa, antes de aceptar que un chavalin argentino convertido en crack en la Masia es, sin discusión, el número 1. Y lo peor, que no parece dispuesto a escuchar los cantos de sirena de la prepotencia madrileña, del palco Florentino-Aznar, de Marca y As inventando canguelos, dodotis y demás chorradas.

Por otra parte, que Guardiola es el mejor entrenador del planeta. Aunque no exista tal reconocimiento oficial, todos aquellos -y fuimos legión- que dudamos en su día de Pep debemos reconocer que lo alcanzado por el mister con su/nuestro Barça es inalcanzable, irrepetible y que en ninguno de nuestros sueños más delirantes hubiesemos siquiera imaginado.

Y es que más allá de los resultados, las victorias y los trofeos nos ha devuelto la confianza en que el equipo siempre acaba ganando. Y el orgullo íntimo de tener la seguridad que contamos con un colectivo que, siendo el mejor, está por encima de cualquier individualidad, es capaz de encumbrar a Messi como el mejor del mundo pero también de forzar el reconocimiento unánime de jugadores como Xavi o Iniesta, poco mediáticos y sin gol, de integrar jugadores de la cantera con naturalidad junto a cracks internacionales. Y todo ello, aunque se empeñe en desviar la atención, es responsabilidad de Guardiola, perfecto conocedor de los entresijos de Can Barça. Y capaz, por ejemplo, de sacarse de la chistera a un tal Pedrito y convertirlo en jugador decisivo. ¿Donde estaría hoy Pedro de no haberse cruzado su destino con Pep?
Y, por más que duela a mucha gente, también se acaba constatando que Bojan debería ir buscando su salida del club. Si Guardiola, el entrenador más ecuanime que pueda recordarse en el Camp Nou, se empeña en dejarlo fuera del equipo, dando prioridad incluso a Jeffren, limitándolo a la Copa y poco más, es por algo.

Lo siento, ya se que en las campañas mediáticas la imagen de Bojan vende. Parece un adolescente tímido, guapete, que no ha roto un plato. Marcó muchos goles en categorías inferiores y lo hizo en el año de la descomposición del equipo, con Eto y Messi lesionados de gravedad y Ronaldinho y Deco desaparecidos. Declarado el estado de excepción, Bojan apareció como la esperanza a la que agarrarnos, en algo había que creer.

Pero el advenimiento de Pep nos devolvió a la normalidad. Y en ella Bojan no puede competir por la titularidad como delantero centro: tanto Eto antes como Ibra ahora tienen muchos más recursos que el de Linyola. Y su capacidad para adaptarse a otras posiciones es altamente cuestionable. Y todo ello por que, futbolísticamente, solo tiene una virtud: oportunismo, gol. Pero para jugar al Barça hace falta más. Por ejemplo, capacidad para combinar, control del balón, virtuosismo para desequilibrar en el uno contra uno, velocidad, potencia para soportar los embates de centrales fornidos, juego aereo... ¿Tiene Bojan alguna de estas virtudes? Abstenerse los cegados por los colores. Bojan, hoy por hoy, no sirve. Solo es gol, que no es poco. O lo era, por que actualmente ni eso.

Y por ello cabe analizar el segundo aspecto cuestionable en Bojan. Si técnicamente es limitado, mentalmente -y esto es lo que más castiga Guardiola- es inestable. Basta recordar algunos episodios de su inmadurez galopante: cuando Luis le anuncia que va a salir de titular con la Roja le entra un ataque de pánico y se pasa el día descompuesto en la taza del lavabo; cuando Pep le da la oportunidad como titular ante el Getafe sufre un ataque de ansiedad, no da una a derechas y cuando el mister, con el marcador en contra, decide sustituirlo bien entrada la segunda parte, rompe a llorar al retirarse; cuando antes de iniciar la prórroga ante el Shaktar en la Supercopa de Europa le promete a Pep que el marcará el gol de la victoria, va Pedro y es el goleador, sumiéndose en la depresión; cuando la eliminatoria frente a la Leonesa está abierta, no rasca bola, siendo otra vez Pedro el goleador. Y en el partido de vuelta, con todo decidido, va y marca. Ahora sí. Y en rueda de prensa reclama más minutos. ¿Para qué?

Es un jugador sobrevalorado, inmaduro y técnicamente limitado. Se empeña en quedarse en el Barça, sobreprotegido por su entorno, la prensa y el caprichoso público culé -pocos jugadores han recibido tantas ovaciones dando tan poco a cambio-. Personalmente, creo que debería aceptar una cesión a otro equipo de la Liga española -no a la holandesa- y demostrarse si sirve o no. Sobre todo a si mismo. Si no, seguirá creyéndose un crack, víctima de un entrenador poco comprensivo. Y eso, Bojan, no cuela...

domingo, 13 de diciembre de 2009

EL-EQUIPO-QUE-MERECIÓ-EL-OSCAR-A-LA-MEJOR-COMEDIA


No es el título de una novela de Stieg Larsson, pero como si lo fuera. Escribo esta entrada en el blog sin haber visto las imágenes televisivas, esas que a cámara lenta confirman, según los analistas futbolísticos radiofónicos, nunca imparciales -en cualquier sentido-, que aunque exista agarrón sobre Xavi -o en una jugada anterior sobre Ibra-, no es suficiente para señalar penalty. No deja de fascinarme la capacidad para revisar delirantemente el reglamento. En fin. Servirá para que hablen de Villarato, los mismos que olvidan el escandaloso atraco sufrido por el Almeria en el Bernabeu hace una semana.

A lo que sí quiero referirme, al margen de constatar que el Barça convierte sus peores partidos en victorias morales de sus enemigos comunes (Madrid y Español), fraternarmente hermanados hasta en conformarse con nada, es en la nueva exhibición de antideportividad y marrullerías del equipo blanquiazul.

No sé qué habrán ofrecido las televisiones. Pero lo que sí pudo verse en directo en el Camp Nou, cuando el juego discurre por un lado y la realidad por otra, fue un nuevo desplegue de las peores artes pericas, las mismas que protegidas por el trencilla les permitieron llevarse una victoria más que moral el año pasado.

Ayer no les hizo falta ir ganando. Incluso perdiendo su código genético les impulsó sistemáticamente a simular agresiones culés, revolverse por el suelo como víctimas terminales tanto si la falta la recibían como si la cometían, protestarlo todo -aunque supongo que no se han quejado de las tarjetas rojas por acumulación que no vieron-... y luego proclamarse vencedores morales. Fue grotesco ver a Pochettino protestar como un energúmeno una presunta falta a Iván Alonso en la que su propio jugador, tras simular lesión, al ver como el árbitro no picaba, se levantó raudo y reanudó la jugada... y el míster protestando al linier y pidiéndole que parase el juego señalando el lugar donde hacía 10 segundos yacía el ya resurrecto comediante.

El Real/Reial Club Deportivo/Deportiu Español/Espanyol de Barcelona/Cornellà/El Prat (por favor, !que definan de una vez como quieren llamarse!) sigue acumulando méritos para mantener vivo el derby, tanto si quieren que sea considerado ciudadano como metropolitano. No paso por que lo llamen catalán, visto el despliegue de rojigualdas de ayer en lo alto del gol sur. Y lo hace por que su sumisión tradicional a su admirado Madrid -sí, ya se que algun seguidor perico me recordará que odia por igual a culés y merengues- se transforma cuando se trata de hacer frente al Barça. Y es aquí donde vale todo, desde la lucha sin fin cuando nada te juegas -basta recordar la felicidad que les albergaba después de empatar hace tres años y poner la Liga en bandeja al Madrid, cuando unas jornadas antes, tras presentar al carrito del pescado en el Bernabeu para reservarse para su nueva derrota en la final de la UEFA, se les ocurrió ponerse 1-3... antes de desaparecer para facilitar el 4-3 de los blancos- hasta la traición a los valores del fair play. Lo del año pasado fue indigno. Lo de ayer, también. Supongo que no tendrá la misma trascendencia por que, al fin y al cabo, el partido no fue retransmitido en abierto, ganó el Barça y el Español, lo siento, solo interesa en Madrid cuando les hace favores. O cuando se suma a la comedia -otra candidatura al Oscar- del Villarato.

Supongo que habrá quien piense que sufro algun delirio o manía persecutorio. Para ellos, que escuchen la explicación de Guardiola -supongo que nadie pondrá en duda su ponderación y equilibrio a la hora de hacer declaraciones- sobre el cambio de Ibrahimovic: “l´anaven a expulsar”. No hace falta decir nada más. Sobre el terreno de juego era muy obvio que las instrucciones con las que saltaron al terreno de juego los pericos era provocar su expulsión. Consiguieron, a base de cometer penalties en forma de agarrones -de esos que no se pitan nunca, menos cuando se pitan, y entonces se protesta según le vaya a uno-, que el árbitro, amante del protagonismo, le mostrara la amarilla. A partir de ese momento, cualquier circunstancia era buena para buscar la sangre caliente del sueco. Cuando el balón estaba parado, los comentarios y empujones para enzarzarse en una discusión fueron continuos. En los balones divididos, los choques seguidos de espectaculares volteretas, garantizados. Las protestas en cualquier falta, aseguradas. Por ello Pep lo cambió. Y utilizó el plural. “L´anaven a expulsar”. No solo Iturralde, que también. Encantado hubiese estado de igualar el reto de la escandalosa -por leve- expulsión de Cristiano Ronaldo cuando por una alevosa agresión simplemente vió la segunda amarilla. Pep se refería, claro está, a los jugadores del Español, quienes buscaban constantemente la provocación.

Para acabar, solo una reflexión: si a menudo se queja todo el mundo de que el derby no es lo que fue, que hace falta pasión, que es positivo que los pericos planten cara con sus armas -las que sean-, que es bueno que los partidos se calienten... aceptemos también que el público del Camp Nou pueda expresar, como hizo ayer mayoritariamente en el tramo final, sus deseos para el 2010 respecto a su rival provincial:

!A SEGUNDA, OE, A SEGUNDA, OE, A SEGUNDA, OE, A SEGUNDA, OE, OE, OE!

martes, 8 de diciembre de 2009

POKER PARA CREER

Inter, Madrid, Xerez y Depor. Cuatro de cuatro. Champions encarrilada y +5 en la Liga. Para aquellos que dudábamos, el Barça volvió a cumplir, volvio a dar la talla, no defraudó.

Esta última frase, para los de mi generación, suena a música celestial. Por increible. Quiero reivindicar a aquella parte de la afición culé a la que se acusa de pesimista, de perdedora, de no animar y solo criticar. Es fácil lanzar hoy esta acusación, embriagados por la marcha del equipo de Guardiola, con el recuerdo del Barça de Ronaldinho -aunque otros vieramos en la descomposición de aquel grupo el sino blaugrana- o, incluso, por la memoria selectiva tendente a glorificar todo lo que hizo Johan y el Dream Team.

Pero los que empezamos a seguir al Barça a mediados de la década de los 70 hemos estado muchos años acostumbrados a otra cosa. No puedo hablar de épocas anteriores por no haberlas conocido directamente. Pero sí del Barça que nace con el Cruyff jugador y de lo que vino después. Y, honestamente, solo puedo resumirlo como la historia de una decepción continua, de ilusiones frustradas, de triunfos menores, guiños del destino antes de sumirnos en largas depresiones. Hay que entender ese pasado para comprender muchas actitudes arraigadas en el barcelonismo.

Hagamos historia. La tradición dominical -lamentablemente perdida por mor de los intereses televisivos- del fútbol a las 5 en el Camp Nou, el de Johan y Michels, el del marcador simultáneo Dardo (que requería conocer la correspondencia entre los productos publicitados -Ferrys, Danone, Ocean, reloj Duward o Licor 43- y los partidos en juego), nos ilusionaba vanamente hasta que, al fin de semana siguiente, con el Carrusel Deportivo de fondo y sus musiquillas de Soberano, Anís del Mono o Reig, el equipo se escondía y acababa siendo derrotado -siempre por la mínima- en campos que sonaban remotos -y frecuentemente embarrados- en mi mente infantil. El Plantío, El Helmántico, Los Cármenes o Altabix enterraban ilusiones de muchos en un equipo con jugadores poco dados al esfuerzo (el propio Cruyff o los indolentes Rexach y Marcial).

Tras la Liga de 1973-74 se sucedió una década de decepciones, apenas paliadas por triunfos menores en los trofeos del KO (algunas Copas de la monarquía recién restaurada y un par de Recopas, en aquella época en que la Copa de Europa era coto privado de los merengues). El nuñismo alumbró un cambio de estilo (fichajes a golpe de talonario) pero no de resultados. Se fichó a lo mejor del fútbol nacional -Madrid al margen- y a extranjeros con caché creciente -del entrañable Simonsen o el goleador austriaco Krankl al dominante Schuster o el mítico Maradona-. Nada de ello sirvió para que el Barça rompiera su tradición perdedora, más allça de triunfos morales (?). Incluso equipos menores (Sporting, Real Sociedad o At. Bilbao) vivieron sus días de gloria mientras el Barça acumulaba accidentes y desgracias (accidente circulatorio de la esposa de Krankl en vísperas de la final de Basilea, secuestro de Quini cuando nos jugabamos la Liga, hepatitis de Maradona, tobillo del as argentino destrozado por Goikoetxea, traspaso de Diego al Napoli, rodilla de Schuster fracturada por el mismo quebrantahuesos bilbaino, Liga del Barça de Lattek tirada por la borda con 5 puntos de ventaja con solo 10 en juego...). ¿Como no ibamos a ser pesimistas? Era duro ir cada lunes a la escuela y tener que aguantar al madridista de turno mofarse de las inacabables penas de can Barça.

Pero como no hay mal que cien años dure, la temporada 1984-85, la de Venables y el “Urruti, t´estimo” nos trajo de nuevo el título liguero. Y al año siguiente, cuando se acariciaba la 1ª Copa de Europa, con la final en Sevilla, ante un rival de medio pelo (Steaua de Bucarest), el mazazo. ¿Que habiamos hecho los culés para merecer tanta desgracia? Alguna maldición bíblica, las siete plagas o algo peor nos castigaba. Era imposible un guión más cruel. Incapaces de marcar un gol en 120 minutos, incapaces de transformar un solo penalty. Nuestro sueño imposible se desvanecía. Muchos pensamos, lo reconozco, que jamás ganariamos una Copa de Europa...

Tras la descomposición que sufrió, en todos los sentidos, el barcelonismo, motín del Hesperia incluido, renacimos de nuestras cenizas y empezamos a ver la luz. Cruyff consiguió, con su verbo fácil y su dicción imposible, hacernos creer que el equipo que nos enamoraba con su juego vertiginoso pero a la vez virtuoso podía ganar los títulos antes imposibles. Tanto convenció que hasta en Madrid perdieron los nervios, despacharon entrenadores por jugar peor que el Barça -no se de qué me suena- y sufrieron dolorosas derrotas con los amigos para siempre de Tenerife de aliados culés. 4 Ligas y la 1ª Champions parecían confirmar el cambio de signo.

Pero una infausta final en Atenas (4-0 que nos endosó el Milan de Capello) y la locura narcisista de Cruyff, convencido de su infalibilidad, creyéndose capaz de ganar con fichajes sonrojantes (Escaich, Jose Mari, Korneiev) y el nepotismo (Jordi Cruyff, Angoy) por bandera, nos devolvió a nuestra cruda realidad. Enfrentamientos entre nuñistas y cruyffistas, entrenadores quemados (Robson) o rechazados por antipáticos (Van Gaal), episodios dolorosos (traidor Figo), presidentes grotescos (Gaspart), nuevas decepciones... hasta Laporta

Hay que reconocerle a Laporta el mérito del foc nou. Se inició la reconstrucción con Rikjaard, con Ronaldinho de icono, si, pero con un gran equipo detrás (Eto, Deco y la pujante cantera). Se reconquistó el Olimpo (2 Ligas y la 2ª Champions)... y se volvió a las andadas. Esta vez la autocomplacencia nos perdió. Y el destino volvió a ser cruel. Vimos a Tamudo ejercer de verdugo mientras el Madrid reconquistaba la Liga por la radio, vimos a nuestra estrella caer en una decadencia física y moral impensable... volvimos a nuestros origenes.

Hasta que llegó Pep. La sensación, hoy, es que Guardiola sigue anticipándose a los acontecimientos. Por su edad ha vivido, muchos de ellos como protagonista -en lo bueno y en lo malo-, los avatares antes esbozados. Conoce perfectamente el sentir de la gent blaugrana. Reconozco que lo que más me fascina de Pep es su facilidad para encontrar siempre el tono y el mensaje adecuados en cada declaración, en cada rueda de prensa. Cuando el culé duda, él insufla confianza. Cuando el culé sueña, él nos recuerda de donde venimos. Cuando nos deleitamos con la brillantez del juego, él ensalza el trabajo y la solidaridad del equipo. Cuando nos deprimimos por una de las escasísimas derrotas, él asegura que nos hará más fuertes.

Los partidos de los últimos 10 días eran la enésima prueba de fuego para el equipo de Guardiola. Muchos afilaban sus plumas para certificar la muerte del Barça, ansiosos de encumbrar al Madrid galáctico 2.0. Y, una vez más, el equipo de Pep, pese a sufrir lesiones en hombres clave -factor que en otra época hubiesemos alegado para justificar derrotas decisivas-, pese a la precariedad de la plantilla, ha sabido encontrar la vía, más o menos preciosista, siempre efectiva, para acumular cuatro victorias decisivas. Y seguir acumulando confianza. Y transmitiéndola al colectivo de culés patidors que han vivido tantas decepciones que, por puro masoquismo, imaginan las derrotas antes que las victorias.

Por ello, no tengo dudas que nos clasificaremos como líderes de grupo en la Champions y que en el derby metropolitano -qué poco cuesta hacer rabiar a los pericos- vengaremos la mezquina actuación del equipo de Pochettino del año pasado. Y antes de fin de año, el Barça de las 6 Copas...