
We are the Champions of the World. Cuantas veces habremos oido tararear la canción de Queen en la celebración de cualquier triunfo deportivo. Pero la realidad es solo esta: el Barça se ha consagrado oficialmente como el mejor equipo del mundo en el 2009, ganándolo absolutamente todo. Si hubiese perdido ante los pincharratas, algunos hubiesen puesto en duda la legitimidad de tal consideración, aunque para cualquier conocedor del mundo del fútbol siguiendo siendo obvia la legitimidad de la supremacía culé. De todas maneras, mejor así.
Con todo, creo que de la final frente a los correosos y, a ratos, odiosos argentinos de Estudiantes de la Plata, se pueden extraer algunas reflexiones.
Por una parte, que Messi es el mejor jugador del planeta. Su gol de ayer, con el escudo del Barça, con el corazón, simboliza el deseo de victoria, la ambición. El partido estaba en el momento propicio para asestar al agotado conjunto argentino el golpe definitivo, mientras los penalties se perfilaban en el horizonte. Nadie lo reconocerá, pero los culés aguantabamos la respiración deseando evitar la suerte fatídica desde los 11 metros, donde enterramos tantas ilusiones en el pasado. Cualquiera podía haber marcado el gol definitivo. Pero tuvo que ser Messi. Seguramente ese gol, por su estética, tan lejana al virtuosismo habitual del crack, tan cargado de ansiedad, de deseo y de rabia tenga mucho de liberador para Leo, confirmando una vez más -por si hiciera falta- que es el mejor.
Pero sí era necesario que lo confirmase a los argentinos, derrotando dolorosamente a su representante en la competición. Basta de farsas, de entrenador grotesco ejemplo de casi nada utilizando a Messi como cabeza de turco para ocultar su incapacidad como técnico, de periodistas charlatanes vendiendo humo en forma de jugadores mediocres y negando el pan y la sal a la pulga solo por el hecho de no haber crecido en Boca o River.
Y lo mismo hay que decir respecto a la corriente de opinión de la prensa española -esa sí es una caverna mediática que persigue al Barça- empeñada en negar la realidad. ¿Donde está Robben? ¿No ha podido fichar Florentino, ese ser superior, al mejor? ¿No tiene al metrosexual Cristiano y al ultrareligioso Kaka? ¿ Y no son los mejores? La última, montarse una encuesta para decidir que el FIFA World Player hay que dárselo...!a Xavi! Todo, incluso reconocer la excelente trayectoria del jugador de Terrassa, antes de aceptar que un chavalin argentino convertido en crack en la Masia es, sin discusión, el número 1. Y lo peor, que no parece dispuesto a escuchar los cantos de sirena de la prepotencia madrileña, del palco Florentino-Aznar, de Marca y As inventando canguelos, dodotis y demás chorradas.
Por otra parte, que Guardiola es el mejor entrenador del planeta. Aunque no exista tal reconocimiento oficial, todos aquellos -y fuimos legión- que dudamos en su día de Pep debemos reconocer que lo alcanzado por el mister con su/nuestro Barça es inalcanzable, irrepetible y que en ninguno de nuestros sueños más delirantes hubiesemos siquiera imaginado.
Y es que más allá de los resultados, las victorias y los trofeos nos ha devuelto la confianza en que el equipo siempre acaba ganando. Y el orgullo íntimo de tener la seguridad que contamos con un colectivo que, siendo el mejor, está por encima de cualquier individualidad, es capaz de encumbrar a Messi como el mejor del mundo pero también de forzar el reconocimiento unánime de jugadores como Xavi o Iniesta, poco mediáticos y sin gol, de integrar jugadores de la cantera con naturalidad junto a cracks internacionales. Y todo ello, aunque se empeñe en desviar la atención, es responsabilidad de Guardiola, perfecto conocedor de los entresijos de Can Barça. Y capaz, por ejemplo, de sacarse de la chistera a un tal Pedrito y convertirlo en jugador decisivo. ¿Donde estaría hoy Pedro de no haberse cruzado su destino con Pep?
Y, por más que duela a mucha gente, también se acaba constatando que Bojan debería ir buscando su salida del club. Si Guardiola, el entrenador más ecuanime que pueda recordarse en el Camp Nou, se empeña en dejarlo fuera del equipo, dando prioridad incluso a Jeffren, limitándolo a la Copa y poco más, es por algo.
Lo siento, ya se que en las campañas mediáticas la imagen de Bojan vende. Parece un adolescente tímido, guapete, que no ha roto un plato. Marcó muchos goles en categorías inferiores y lo hizo en el año de la descomposición del equipo, con Eto y Messi lesionados de gravedad y Ronaldinho y Deco desaparecidos. Declarado el estado de excepción, Bojan apareció como la esperanza a la que agarrarnos, en algo había que creer.
Pero el advenimiento de Pep nos devolvió a la normalidad. Y en ella Bojan no puede competir por la titularidad como delantero centro: tanto Eto antes como Ibra ahora tienen muchos más recursos que el de Linyola. Y su capacidad para adaptarse a otras posiciones es altamente cuestionable. Y todo ello por que, futbolísticamente, solo tiene una virtud: oportunismo, gol. Pero para jugar al Barça hace falta más. Por ejemplo, capacidad para combinar, control del balón, virtuosismo para desequilibrar en el uno contra uno, velocidad, potencia para soportar los embates de centrales fornidos, juego aereo... ¿Tiene Bojan alguna de estas virtudes? Abstenerse los cegados por los colores. Bojan, hoy por hoy, no sirve. Solo es gol, que no es poco. O lo era, por que actualmente ni eso.
Y por ello cabe analizar el segundo aspecto cuestionable en Bojan. Si técnicamente es limitado, mentalmente -y esto es lo que más castiga Guardiola- es inestable. Basta recordar algunos episodios de su inmadurez galopante: cuando Luis le anuncia que va a salir de titular con la Roja le entra un ataque de pánico y se pasa el día descompuesto en la taza del lavabo; cuando Pep le da la oportunidad como titular ante el Getafe sufre un ataque de ansiedad, no da una a derechas y cuando el mister, con el marcador en contra, decide sustituirlo bien entrada la segunda parte, rompe a llorar al retirarse; cuando antes de iniciar la prórroga ante el Shaktar en la Supercopa de Europa le promete a Pep que el marcará el gol de la victoria, va Pedro y es el goleador, sumiéndose en la depresión; cuando la eliminatoria frente a la Leonesa está abierta, no rasca bola, siendo otra vez Pedro el goleador. Y en el partido de vuelta, con todo decidido, va y marca. Ahora sí. Y en rueda de prensa reclama más minutos. ¿Para qué?
Es un jugador sobrevalorado, inmaduro y técnicamente limitado. Se empeña en quedarse en el Barça, sobreprotegido por su entorno, la prensa y el caprichoso público culé -pocos jugadores han recibido tantas ovaciones dando tan poco a cambio-. Personalmente, creo que debería aceptar una cesión a otro equipo de la Liga española -no a la holandesa- y demostrarse si sirve o no. Sobre todo a si mismo. Si no, seguirá creyéndose un crack, víctima de un entrenador poco comprensivo. Y eso, Bojan, no cuela...
Con todo, creo que de la final frente a los correosos y, a ratos, odiosos argentinos de Estudiantes de la Plata, se pueden extraer algunas reflexiones.
Por una parte, que Messi es el mejor jugador del planeta. Su gol de ayer, con el escudo del Barça, con el corazón, simboliza el deseo de victoria, la ambición. El partido estaba en el momento propicio para asestar al agotado conjunto argentino el golpe definitivo, mientras los penalties se perfilaban en el horizonte. Nadie lo reconocerá, pero los culés aguantabamos la respiración deseando evitar la suerte fatídica desde los 11 metros, donde enterramos tantas ilusiones en el pasado. Cualquiera podía haber marcado el gol definitivo. Pero tuvo que ser Messi. Seguramente ese gol, por su estética, tan lejana al virtuosismo habitual del crack, tan cargado de ansiedad, de deseo y de rabia tenga mucho de liberador para Leo, confirmando una vez más -por si hiciera falta- que es el mejor.
Pero sí era necesario que lo confirmase a los argentinos, derrotando dolorosamente a su representante en la competición. Basta de farsas, de entrenador grotesco ejemplo de casi nada utilizando a Messi como cabeza de turco para ocultar su incapacidad como técnico, de periodistas charlatanes vendiendo humo en forma de jugadores mediocres y negando el pan y la sal a la pulga solo por el hecho de no haber crecido en Boca o River.
Y lo mismo hay que decir respecto a la corriente de opinión de la prensa española -esa sí es una caverna mediática que persigue al Barça- empeñada en negar la realidad. ¿Donde está Robben? ¿No ha podido fichar Florentino, ese ser superior, al mejor? ¿No tiene al metrosexual Cristiano y al ultrareligioso Kaka? ¿ Y no son los mejores? La última, montarse una encuesta para decidir que el FIFA World Player hay que dárselo...!a Xavi! Todo, incluso reconocer la excelente trayectoria del jugador de Terrassa, antes de aceptar que un chavalin argentino convertido en crack en la Masia es, sin discusión, el número 1. Y lo peor, que no parece dispuesto a escuchar los cantos de sirena de la prepotencia madrileña, del palco Florentino-Aznar, de Marca y As inventando canguelos, dodotis y demás chorradas.
Por otra parte, que Guardiola es el mejor entrenador del planeta. Aunque no exista tal reconocimiento oficial, todos aquellos -y fuimos legión- que dudamos en su día de Pep debemos reconocer que lo alcanzado por el mister con su/nuestro Barça es inalcanzable, irrepetible y que en ninguno de nuestros sueños más delirantes hubiesemos siquiera imaginado.
Y es que más allá de los resultados, las victorias y los trofeos nos ha devuelto la confianza en que el equipo siempre acaba ganando. Y el orgullo íntimo de tener la seguridad que contamos con un colectivo que, siendo el mejor, está por encima de cualquier individualidad, es capaz de encumbrar a Messi como el mejor del mundo pero también de forzar el reconocimiento unánime de jugadores como Xavi o Iniesta, poco mediáticos y sin gol, de integrar jugadores de la cantera con naturalidad junto a cracks internacionales. Y todo ello, aunque se empeñe en desviar la atención, es responsabilidad de Guardiola, perfecto conocedor de los entresijos de Can Barça. Y capaz, por ejemplo, de sacarse de la chistera a un tal Pedrito y convertirlo en jugador decisivo. ¿Donde estaría hoy Pedro de no haberse cruzado su destino con Pep?
Y, por más que duela a mucha gente, también se acaba constatando que Bojan debería ir buscando su salida del club. Si Guardiola, el entrenador más ecuanime que pueda recordarse en el Camp Nou, se empeña en dejarlo fuera del equipo, dando prioridad incluso a Jeffren, limitándolo a la Copa y poco más, es por algo.
Lo siento, ya se que en las campañas mediáticas la imagen de Bojan vende. Parece un adolescente tímido, guapete, que no ha roto un plato. Marcó muchos goles en categorías inferiores y lo hizo en el año de la descomposición del equipo, con Eto y Messi lesionados de gravedad y Ronaldinho y Deco desaparecidos. Declarado el estado de excepción, Bojan apareció como la esperanza a la que agarrarnos, en algo había que creer.
Pero el advenimiento de Pep nos devolvió a la normalidad. Y en ella Bojan no puede competir por la titularidad como delantero centro: tanto Eto antes como Ibra ahora tienen muchos más recursos que el de Linyola. Y su capacidad para adaptarse a otras posiciones es altamente cuestionable. Y todo ello por que, futbolísticamente, solo tiene una virtud: oportunismo, gol. Pero para jugar al Barça hace falta más. Por ejemplo, capacidad para combinar, control del balón, virtuosismo para desequilibrar en el uno contra uno, velocidad, potencia para soportar los embates de centrales fornidos, juego aereo... ¿Tiene Bojan alguna de estas virtudes? Abstenerse los cegados por los colores. Bojan, hoy por hoy, no sirve. Solo es gol, que no es poco. O lo era, por que actualmente ni eso.
Y por ello cabe analizar el segundo aspecto cuestionable en Bojan. Si técnicamente es limitado, mentalmente -y esto es lo que más castiga Guardiola- es inestable. Basta recordar algunos episodios de su inmadurez galopante: cuando Luis le anuncia que va a salir de titular con la Roja le entra un ataque de pánico y se pasa el día descompuesto en la taza del lavabo; cuando Pep le da la oportunidad como titular ante el Getafe sufre un ataque de ansiedad, no da una a derechas y cuando el mister, con el marcador en contra, decide sustituirlo bien entrada la segunda parte, rompe a llorar al retirarse; cuando antes de iniciar la prórroga ante el Shaktar en la Supercopa de Europa le promete a Pep que el marcará el gol de la victoria, va Pedro y es el goleador, sumiéndose en la depresión; cuando la eliminatoria frente a la Leonesa está abierta, no rasca bola, siendo otra vez Pedro el goleador. Y en el partido de vuelta, con todo decidido, va y marca. Ahora sí. Y en rueda de prensa reclama más minutos. ¿Para qué?
Es un jugador sobrevalorado, inmaduro y técnicamente limitado. Se empeña en quedarse en el Barça, sobreprotegido por su entorno, la prensa y el caprichoso público culé -pocos jugadores han recibido tantas ovaciones dando tan poco a cambio-. Personalmente, creo que debería aceptar una cesión a otro equipo de la Liga española -no a la holandesa- y demostrarse si sirve o no. Sobre todo a si mismo. Si no, seguirá creyéndose un crack, víctima de un entrenador poco comprensivo. Y eso, Bojan, no cuela...


1 comentario:
No es que sea pro-Bojan, ni mucho menos, pero menuda cara se te debió quedar al ver el golazo que le metió a Argentina el otro día, justo después de esta crítica tan demoledora.
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